Ventura Pérez Mariño no se ha sentado en un sillón a ver pasar plácidamente los días tras poner fin en 2013 a una larga trayectoria en la judicatura y sendos intensos ciclos en política nacional y local. La ONG en la que está volcado, "A las 5", tiene en marcha un buen puñado de proyectos de ayuda a los más necesitados.

Mariño fue alcalde de Vigo en 2003 con las siglas del PSOE (lideró la lista como independiente) durante solo cinco meses, etapa que concluyó abruptamente tras romper el pacto con el BNG en medio de fuertes y continuas discrepancias políticas. Como juez llegó a ser magistrado de la Audiencia Nacional. El jueves leerá el pregón de la Reconquista, cuyas líneas aún no desvela.

-¿Qué le parece ser el pregonero de la fiesta?

-Me hace mucha ilusión que se me haya encargado y el hacerlo. Soy de Vigo.

-¿Qué cree que representa la Reconquista para los vigueses?

-Es una fiesta tradicional partiendo de un hecho histórico. Ocurre en todas las ciudades, que festejan sus hazañas y hechos singulares. Es una forma de reunir a la población alrededor de un hecho común. La Reconquista tiene en Vigo unas connotaciones apreciadas por todo el mundo.

-¿Cuál es su diagnóstico sobre la situación actual de la ciudad?

-Vigo tiene un elemento preocupante, el paro, con el añadido de que es una ciudad industrial que sufre los avatares más que una ciudad de servicios. Y por lo demás se enfrenta a los problemas del conjunto de la sociedad española.

-¿Cuáles son sus desafíos?

--Hay que rebajar el paro y continuar con la ciudad armoniosa. Vigo está mejorando mucho. Se está haciendo más bonita y agradable, al servicio de los ciudadanos. Y es importante que elementos claves como la universidad, el naval... progresen y se retome la senda de tener más pedidos, más horas de trabajo contratadas para que den respiro a este fenómeno tan insidioso como es el desempleo.

-¿A qué se refiere con que es ahora una ciudad armoniosa?

-No existen conflictos notorios. Vigo ahora no está crispada, ha mejorado el clima ciudadano. Años atrás había una crispación mucho mayor y en estos momentos es más estable. Esa es la impresión que me da.

-¿Y bonita?, ¿por las obras en calles?

-Sí, las llamadas "humanizaciones", esa palabra que suena un poco mal. La cultura, las aceras, el mobiliario urbano, los parques? La ciudad va mejorando indudablemente.

-¿Usted es partidario de invertir en este tipo de obras públicas?

-Creo que un Ayuntamiento, cuando sale elegido democráticamente, para el ornato normal tiene que tomar las decisiones que crea oportunas, no preguntar cada día. Y me da la impresión de que en lo normal hay cierto consenso ciudadano. Todo el mundo está más o menos de acuerdo con esas humanizaciones.

-¿En qué debe mejorar especialmente la ciudad?

-Siempre hay que mejorar. Al que para se le pasa el tren.

-¿Tiene Vigo un carácter especial por ser industrial y abigarrada?

-Tiene un punch especial sin ninguna duda. Vive alrededor de la automoción y el mar y es una ciudad que vibra y tiene una gran pujanza industrial. Uno sale a las cinco de la mañana y va al puerto o a Citroën y ve su fuerza.

-¿Recordando su etapa en el ayuntamiento, que perspectiva tiene ahora con el paso de los años?

-No miro mucho para atrás. Estuve en un momento determinado y las cosas no salieron muy bien. Quizás otros estén más capacitados que yo para juzgarlo de forma objetiva.

-¿Cree que sus fuertes convicciones le han pasado factura en política?

-Yo estuve en política anecdóticamente, pero mi profesión nunca fue la de político. En esa medida salí de allí y me volví a la judicatura. No creo que me haya pasado ninguna factura, no seguí en la vida pública.