Solo sus vecinos conservan su memoria. El resto del mundo parece haber olvidado la existencia de una fortaleza que defendió la ría de Vigo de los ataques de la flota anglo-holandesa en 1702. Sus restos se ocultan bajo la maleza, quizá temerosos de volver a ser maltratados por el hormigón, que destruyó el castillo de Rande allá por los años 70, con la construcción del puente sobre el estrecho.

Entonces, sin apenas conciencia sobre el patrimonio histórico, los colosales pilares de la mayor obra de ingeniería española de la época hundieron sus raíces en las murallas y desdibujaron su figura.

En la actualidad, con el comienzo de las obras de ampliación de la AP-9, el desasosiego por el futuro del maltrecho baluarte ha reabierto una dolorosa herida.

Colectivos sociales y culturales de Redondela manifiestan su temor ante la desaparición de los pocos testimonios materiales que resisten y exigen a las administraciones la puesta en valor de este yacimiento arqueológico que goza de la máxima protección patrimonial al tratarse de un Bien de Interés Cultural (BIC).

Xurxo Constela, director de la musealización de Meirande, expresa así la creciente inquietud sobre las obras: "Damos conta do noso desacougo e pesar porque descoñecemos por completo que vai pasar aquí. Preguntóuselle ás distintas administracións e seguimos sen saber nada. O que tememos é que vaia estar afectado pola construción da ponte e que vaia desparecer". Idéntico temor siente Juanjo Comesaña, presidente de la Asociación Cultural de Rande, quien recuerda cómo era la fortaleza en la que jugaba de pequeño: "Eu lembro perfectamente como era isto. Había unhas murallas que chegaban ao mar e dentro había unha torre. Nós xogabamos aquí de pequenos". La ampliación del puente trae a su memoria otro episodio cuya sombra se extiende hasta nuestros días: "Cando empezaron coas obras da ponte nos 70 xa non nos deixaron xogar máis e logo nos decatamos de que desfixeran a torre. Desmontárona e numeraron as pedras para o seu traslado, pero caeron no olvido e co paso de tempo desapareceron e nunca máis se soubo", lamenta.

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Ambos cuestionan que el desdoblamiento del puente vaya a solucionar los problemas de tráfico y señalan un camino en el otro sentido: "En Redondela estase en contra das obras polas expropiacións aos veciños e pola destrución da fortaleza que forma parte do noso patrimonio e que é un recurso que se pode explotar", alega Comesaña.

Desde la Consellería de Cultura confirman a Farodevigo.es que Patrimonio realizó un informe "preceptivo y vinculante" en el que se contempla "la necesidad de llevar a cabo una excavación arqueológica y la puesta en valor" que "sería llevada a cabo por AUDASA".

Frente al escepticismo local, la Xunta garantiza la conservación del monumento y descarta la hipótesis del traslado de sus restos que planeó hace tan solo unos meses.

El propio alcalde de Redondela, Javier Bas, logró el año pasado el compromiso de Fomento para recuperar el baluarte defensivo como contraprestación por el impacto de las obras sobre el ayuntamiento. El acuerdo incluye una mejora de sus accesos y una senda que lo conecte con el centro de interpretación Meirande.

A la espera de que el tiempo disipe la incertidumbre, los sillares de la fortaleza se dispersan por el terreno, como cadáveres de una batalla que la historia parece haber perdido contra el hormigón.

Una cadena de punta a punta de ría para detener a la flota anglo-holandesa

Apenas se conservan ilustraciones o planos del castillo que vigilaba el extremo sur de la ensenada de San Simón. "É unha fortaleza de época Moderna, plana, que xa non se desenvolve en altura e aséntase sobre os socalcos á beira do mar", describe Constela. Así lo ilustró el pintor vigués Serafín Avendaño:

En el libro "La Batalla de Rande" del periodista de FARO Jaime Conde -coescrito con Eduardo Rolland y Patricia Álvarez- se describe el estado ruinoso del baluarte a comienzos del siglo XVIII. De él señalan que se trataba de "un reducto muy irregular con torre cuadrada a su espalda". Un plano de finales del siglo XVII muestra la planta de la fortaleza, con la torre central y la muralla:

El 23 de octubre de 1702, el fuerte se armó con varios cañones de la flota aliada francesa y a él se destinaron 350 soldados y "un número indeterminado de milicianos", en su mayoría campesinos pobres, que "huyeron al primer cañonazo".

El baluarte cayó en poco tiempo, no solo debido a la "espantada" de la milicia, sino también a la falta de estrategia de la Armada Española, quien no supo prever la ofensiva que los ingleses realizarían por tierra desembarcando en Teis y hallando vía libre hasta Rande.

La última esperanza se depositaba en la cadena que unía el castillo de Rande con el de Corbeiro, en Domaio. "Había sido levantada con leños, vigas y los mástiles y las vergas de los buques de la escuadra francesa, atados fuertemente con cadenas para impedir que fueran cortados. Tenía una anchura de aproximadamente dos metros y medio y a primera vista parecía imposible forzarla", se especifica en "La batalla de Rande". Este dibujo hallado en una antigua biblioteca de Estocolmo es una de las ilustraciones más fieles a la batalla, con los fuertes a ambos lados del estrecho, la cadena que los unía y flotas en combate.

El embate de los navíos holandeses hizo saltar por los aires la barrera y en apenas dos horas el fuego se apoderó de la ensenada de San Simón con la quema de la escuadra francesa y el hundimiento de los galeones españoles.

La historia del más importante combate naval desarrollado en Galicia reposa en el fondo de la ría, constituyendo el mayor yacimiento subacuático de pecios de la comunidad. De los 25 galeones que participaron en la contienda, se ha documentado la presencia de restos de 6 navíos, el verdadero tesoro de Rande.