Tras 5 años de "duros comienzos", José Antonio Redondo empieza a vivir "lo bonito" de su exitoso proyecto. Este químico inconformista, dejó su puesto de policía para meterse a comercial y cuando "tocó techo" en la empresa, decidió montar la suya, en pleno inicio de la crisis y con un bebé de 4 meses. "Parecía un suicidio" en un mercado tan competitivo como el de los productos químicos. Empezó con una nave de 200 metros cuadrados facturando 107.000 euros con su primer producto: un desinfectante de ubres de vaca a base de fermentos vegetales. Él "fabricaba, envasaba, cargaba el camión..." Este año espera facturar 1,3 millones de euros y el próximo, 2. Cuenta con una fábrica automatizada de 1.400 metros cuadrados y 9 empleados. Ya se ha introducido en la cosmética y empieza a exportar. ¿Las claves? "Buena formulación y probar los productos hasta que sean perfectos". En una empresa sin comerciales, el buen trato al cliente también es "fundamental". Como premio, recibió 2.500 euros, aportados por Abanca.