Unas pacas de paja en el escaparate del estudio Mary Quintero de la calle Ecuador son el presagio de un cambio. Ya cerca de la cristalera y al lado de unas fotografías expuestas se lee el anuncio del cierre: el 29 de septiembre. Exactamente en quince días cesa definitivamente la actividad de uno de los referentes del retrato en la ciudad durante más de medio siglo.

A finales del mes de septiembre se cumplían seis décadas de la apertura del primer estudio regentado por una mujer en Vigo. Corría el año 1954 y Mary Quintero aterrizaba en la calle Urzáiz con un premio fotográfico bajo el brazo y el éxito de una exposición pionera. Ahora, su hija fotógrafa María Quintero ha tomado una difícil decisión y cambiará las cámaras por una explotación agraria en la verde comarca de A Ulloa el año que viene.

Como para cerrar el círculo, luego del cierre del estudio, ella pasará a llamarse de nuevo María Álvarez en una pequeña localidad del rural lucense. Vuelve a la casa grande de la familia de su padre. En Monterroso comienza su nuevo proyecto de cooperativa láctea, que ya arrancó su hermana Marta con las premiadísimas "Maruxas de nata". La Granxa Maruxa obtuvo un premio Nacional de Excelencia a la Innovación de mujeres rurales.

Pero estos días, el estudio de Mary Quintero vive momentos emocionantes. Entre quienes no se lo creen, quienes entran a preguntar y quienes apuran sus últimos retratos. Un hombre con un casco de moto al brazo pregunta en el mostrador por unas fotografías para sus hijos. "Sí, pero tiene que ser pronto", sonríe María Quintero. La sorpresa del vigués al conocer el cierre es mitad incrédula, mitad curiosa: "Pero... si ya mi suegra venía al estudio de Urzáiz... ¿Que será usted granjera?", continúa el cliente.

"Lo más emocionante está siendo la despedida; hay muchas lágrimas", confiesa María Quintero, "aunque a nuestros clientes ya les hemos ido avisando desde abril". La fotógrafa no evita la autocrítica -"no hemos conseguido crear la necesidad de la fotografía a la sociedad", alega- pero reconoce que la "crisis ha golpeado fuerte". La coincidencia de esa bajada de ingresos y un proyecto de futuro cuando María Quintero cumple 51 años han hecho que la balanza se incline hacia el cierre. "Es un ciclo que se cierra con muy buen sabor de boca; la clientela viene desde el cariño y me dice que algo se pierde, que Vigo queda más estrecho...", indica María.

Y como "parece que fue ayer", la memoria vuela. Fue en 1947 en el Círculo de las Artes de Lugo y cuando Mary Quintero estaba a punto de cumplir los 16 años cuando expuso una muestra que ya vaticinaba, de algún modo, el espíritu que había de caracterizarla: "Nuevos horizontes de la fotografía". Ahí arrancaría la historia posterior.

"La mía fue la primera muestra pública de una fotógrafa gallega. En 1950 ofrecería en Lugo también mi segunda exposición el mismo año que conocí a Pepe Álvarez, con quien me casé en 1952, poco después de exponer en Vigo mi tercera muestra, en el bajo de la céntrica y entonces ya cotizada pastelería El Molino", recuerda. Su hija comenta que, quizás por cierto temor ante tanto éxito, en ese año el que luego sería su marido, le pidió matrimonio en Samil.

"La verdad es que no tuve consciencia siquiera de la dificultad que en aquel tiempo suponía entrar como mujer en el mundo de los hombres porque yo lo tuve muy fácil, nací en ese mundo", reconoce Mary Quintero. "Al llegar tuve un plató en el hotel Alameda, pero luego monté mi propio estudio en Urzáiz ", recuerda.

Entre las innovaciones de Mary Quintero se encuentra ser la primera que dio con el pincel color al blanco y negro en tiempos en los que en la fotografía no existía, aprovechándose de sus conocimientos de pintura. Son esas fotografías en tonos pastel y también famosos los retoques fotográficos aplicados en los retratos los que atraían más demanda. "En la época de los retratos en blanco y negro, supe aportar a partir de mi propia paleta el condimento equilibrado y armónico del color. Lo que me hizo famosa fue pintar fotos a mano, con colores transparentes", comenta la matriarca de la saga.

Por su parte, su hija destaca que "Mary Quintero siempre ha sido un referente también en unión; hemos sido un equipo en el que las personas que lo integran se han ido jubilando con nosotras". Es habitual a diario que Mary Quintero -reconoce su hija- pase a última hora por el estudio para interesarse por las fotografías realizadas ese día.

La mano derecha durante años fue Ana María Corredoira, "una de las personas más importantes para mí", reconoce María.

Y su última reflexión tiene que ver con el cambio: "Algo está pasando cuando la gente se alegra por mí de un cambio tan radical, como es pasar de una ciudad tan hermosa, con parajes increíbles y el ma, a un lugar rural del interior gallego. Mucha gente me dice que tiene envidia".

La actividad que emprenderá, concretamente, es la venta de leche ecológica. Y su hija Helena la acompañará en el nuevo camino. Casualidades de la vida, la futura socia de María en la granja de Monterroso se llamará como su prima, esa que la acompañó media vida en la fotografía: Ana María Corredoira.

"Mary Quintero ha sido un referente que siempre ha estado pero, a veces, las cosas dejan de estar ahí", se despide María.