El mastodóntico Puerto Exterior de A Coruña cumplirá el próximo 27 de septiembre dos años desde su inauguración oficial con un paupérrimo balance de actividad. A partir de la primera operación comercial realizada en esa fecha, y pese a los denodados esfuerzos de la Autoridad Portuaria herculina de captar nuevos tráficos, Langosteira recibe en su movediza dársena a una media de un barco a la semana. Un simbólico volumen de trabajo para una faraónica terminal donde hasta el pasado mes de febrero se llevaban invertidos cerca de 600 millones de euros. Y el gasto de dinero público está lejos de acabar. Según reconocían entonces sus promotores, esa cifra representaba el 74% del presupuesto previsto, con lo que el monto final rondará los 1.000 millones.

El análisis mes a mes de la estadística del puerto exterior herculina causaría sonrojo incluso a sus más firmes defensores. Así se entiende que la Autoridad Portuaria trate de camuflar los datos añadiéndolos al total generado por su terminal principal. Por ejemplo, desde enero a agosto de este año, el mes que más operaciones llevó a cabo Langosteira fue abril, con 8 en total; y el que menos, agosto, con solo una. En total, 36 buques arribaron este año a su dársena, de los cuales el cementero Eva Maria Müller protagoniza una escala fija al mes.

De lo poco que puede presumir este puerto exterior en su segundo aniversario es de convertirse en el centro de estudio y de ejecución de las más importantes obras de ingeniería civil portuaria de España. Todo a costa del erario público y sin garantías de cumplir su objetivo: parar la fuerza del mar en una de las zonas de Galicia donde más golpea. El último proyecto ideado para reforzar el cierre de la dársena de manera que consiga calmar sus aguas lo suficiente como para garantizar la seguridad durante las operaciones portuarias, el denominado contradique, acaba de licitarse por 56 milllones con el reconocimiento expreso de los técnicos de que este brazo de espigón de 1.327 m2 será incapaz de reducir por completo la agitación de las aguas. Es más, estiman que con mal tiempo la terminal podría cerrar por insegura 118 días al año.

Como viene siendo habitual desde el inicio de este macrorrecinto -el 2 de abril de 2005-, las dudas de los expertos sobre su viabilidad se silencian o caen en saco roto. Langosteira cuenta con el apoyo institucional, gobierne quien gobierne. Y ahora ya tiene amarrado la otra importante obra que necesitaba para asegurar tráficos en el futuro: la conexión por ferrocarril. El trazado ferroviario ha sido presupuestado por el Ministerio de Fomento, según consta en el estudio informativo ahora en exposición pública, en la friolera de 105 millones. Otra cifra a sumar a un puerto que para cuando se concluyan todas las obras, en 2017, duplicará el coste inicialmente previsto.