Desde el análisis a gran escala de sedimentos recogidos en los fondos marinos a la observación en detalle del interior de nanopartículas que no superan los 5 nanómetros -un cabello tiene 75.000 de ancho-. Alrededor de 730 usuarios recurren cada año al Cacti (Centro de Apoyo Científico-Tecnológico a la Investigación) para realizar pruebas de todo tipo en equipamientos punteros y, en muchos casos, disponibles en un reducido número de instalaciones a lo largo de todo el país.

Desde su creación en 1991, el centro ha permitido a los grupos vigueses hacer ciencia al máximo nivel y se ha convertido en una referencia para universidades y centros nacionales e internacionales de prestigio como el CSIC, el IEO, el Instituto de Ciencia Molecular de Valencia o el Max Planck alemán.

El Cacti también ayuda a la industria a innovar para ampliar mercados y en su lista de clientes figuran conocidas compañías y multinacionales del ámbito farmacéutico y biosanitario como Pharmamar, representantes del sector conservero y de la alimentación -Anfaco, Salica o Frinova-, firmas químicas y de la automoción -Dalphi, Copo y Aimen, entre otras-, consultoras ambientales y empresas de restauración del patrimonio.

En esta lista también hay lugar para la anécdota e incluso la asociación dedicada al estudio de la Sábana Santa en España ha recurrido a los especialistas del Cacti. En total, la lista de usuarios en 2013 incluyó a 216 miembros de la institución viguesa, 233 de otras universidades y centros españoles y del extranjero, en su mayoría de Portugal, y 280 empresas.

El Cacti dispone de tres tipos de tarifas para cada una de estas categorías, "simbólica" en el caso de los investigadores vigueses y "muy competitivas" para el resto de clientes con respecto a otros centros de apoyo.

La plantilla dispone de alta cualificación para manejar equipamientos que requieren inversiones de miles o millones de euros y los servicios se concentran en torno a siete áreas. Las principales y con mayor dotación son Seguridad Alimentaria y Desarrollo Sostenible, que también dispone de instalaciones y dos técnicos en el campus de Ourense; Nanotecnología y Análisis de Superficies; Microscopía Electrónica; y Determinación Estructural y Proteómica.

Entre las "joyas" adquiridas de forma reciente en estas áreas se encuentran dos magnetómetros, que ya aguardan por el resto del material en las nuevas instalaciones que se prevén estrenar en 2016, un espectómetro orbitrap, de gran interés para las investigaciones biomédicas, y un secuenciador de ADN de última generación que costó 3,3 millones de euros. "Solo hay 6 iguales en la Península y nosotros hemos sido los primeros en secuenciar tumores humanos en colaboración con el Meixoeiro", apunta Ángel Sebastián Comesaña.

La oferta del Cacti se completa con el servicio de Detección Remota, que dispone de equipos de posicionamiento, GPS y cámaras termográficas que los investigadores pueden utilizar en la modalidad de autoservicio. También cuenta con un UAV, un pequeño vehículo aéreo no tripulado, y esperan conseguir financiación para adquirir otro dotado de tecnología Lidar.

El Taller de Electrónica se ocupa de dar mantenimiento y solución al equipamiento del resto de departamentos y los técnicos del Taller de Mecanizado diseñan y fabrican prototipos para los grupos de investigación -dragas, por ejemplo- y todo tipo de piezas de gran precisión.

El primer espectómetro TOF SIMS instalado en España

El servicio de Nanotecnología lo adquirió en 2007 y, a día de hoy, solo funcionan otros dos en Extremadura y Cataluña, así que el de Vigo da servicio a clientes de casi todo el país para analizar nanopartículas portadoras de fármacos, dispositivos de microelectrónica o envases de conservas. La responsable del servicio, Carmen Serra, lo define como "una obra de ingeniería perfecta" en cuyo interior se consigue el vacío casi perfecto y que permite desarrollar "técnicas muy depuradas" con muestras de hasta 50 micras. Uno de sus usuarios habituales es Galimplant, la única empresa que desarrolla implantes dentales en Galicia -"La mayoría llegan de compañías extranjeras", comenta Serra- y que invierte en I+D para obtener mejores superficies. Este espectómetro de gran sensibilidad incluso ayudó a que un implantólogo de Vigo ganase un litigio contra un laboratorio. Otro de los espectómetros disponibles se utiliza para la medición de energías.

Descifrar el ADN de tumores o muestras de pescado

La secuenciación masiva permite descifrar el ADN de manera "más rápida y económica" y estudiar las mutaciones implicadas en una enfermedad. "Ya no falta nada para obtener el genoma humano por 1.000 dólares en 3 días", señala Ángel Sebastián (en la imagen). Entre sus primeros servicios, el Ion Proton ha analizado tumores y muestras de pescado del CSIC, además de secuenciar un virus por petición del Instituto de Productos Lácteos.

´Gran adquisición´ para los estudios de biomedicina

El orbitrap solo lleva unos meses en el área de Proteómica y ya ha empezado a realizar las primeras medidas. Se trata de un espectómetro de masas con gran sensibilidad y, por tanto, de gran interés para la caracterización de anticuerpos monoclonales o biomarcadores de cáncer. De ahí que el futuro Cinbio (Centro de Investigaciones Biomédicas) del campus será uno de sus principales usuarios.

La historia climática de la Tierra a través de los sedimentos marinos

El nuevo Cacti acoge dos magnetómetros con diferentes aplicaciones. El de la imagen permitirá analizar los testigos de sedimentos marinos para determinar los cambios climáticos que han quedado registrados durante millones de años. Y también puede datar restos arqueológicos. El otro equipo es el más moderno del mercado y dispone de un licuefactor de helio para analizar propiedades interesantes desde el punto de vista tecnológico.

Viaje al interior de fósiles, nanopartículas o virus

El técnico Suso Méndez (izq.) observa muestras de polen fosilizado del profesor Bienvenido Diez a través de un microscopio dotado de dos cañones -de electrones y de iones- que le permiten observar a escalas nanométricas y también modificar las muestras: "Se pueden hacer cortes o patrones y ofrece unas posibilidades impresionantes. Es la misma tecnología que se utiliza para desarrollar los microchips de menor tamaño". Alessandro Benedetti (dcha.) maneja un microscopio electrónico de transmisión: "En lugar de ver la superficie, observamos con una resolución muy alta el interior de células, proteínas y nanopartículas. Este equipo fue fundamental para el descubrimiento del VIH, porque permitió observar la estructura del virus".