La pelea está servida entre los aeropuertos más mimados institucional y económicamente: Lavacolla y Alvedro. Tantos millones invertidos por la Xunta y sus respectivos concellos -ambos del PP- en reactivar su demanda para que la alianza de las dos terminales hermanadas por el partido que las gobierna y situadas en la misma provincia se rompa ahora rivalizando por ganar pasajeros o por hurtárselos a golpe de talonario. La dinámica del aeropuerto compostelano ya no es un tema tabú en la ciudad herculina. Así lo demuestran las críticas lanzadas desde el Norte al reciente balance del vuelo a Ámsterdam desde Lavacolla. Las que reprochan no solo el traslado a esta terminal del enlace operado hasta el pasado febrero por Alvedro, sino también a las que cuestionan la eficiencia de la decisión de Vueling habida cuenta de que la ocupación de los aviones a la capital holandesa se sitúa en un discreto 54%, 20 puntos menos que cuando despegaban de A Coruña.

Los desiguales resultados de este vuelo en función de donde se opere podrían obedecer a la cuantía de las subvenciones, que también suelen llevar aparejadas un componente importante de promoción. Pero alentando de esta manera el número de pasajeros de una ruta aérea se genera una "demanda artificial" que tan pronto se corta el grifo de las ayudas vuelve a expresar su clientela real. De hecho Vueling, a la hora de justificar la retirada del enlace a Ámsterdam de la parrilla de Alvedro, no tuvo reparos en apelar a "motivos económicos", lo que dejaría entrever que la renovación de la ayuda con el Concello herculino excluiría este enlace internacional.

Ya lo advertía la Comisión Nacional de la Competencia en unos de sus más polémicos informes, y aunque en el último divulgado no cita expresamente los riesgos de la política de ayudas a las aerolíneas, alerta de que Lavacolla y Alvedro solapan sus ofertas por ubicarse en la misma provincia y a menos de una hora en coche. Por contra, los expertos de la comisión califican al aeropuerto de Vigo como el de mayor potencial de pasajeros por ser la terminal de referencia no solo para su provincia, Pontevedra, sino también para Ourense.

Por eso la interpretación de que Vueling obtendría mejores resultados si continuase operando en Alvedro el enlace a la capital holandesa solo puede entenderse como una reacción celosa, característica de una terminal rival. Todavía es pronto para rendir cuentas a Vueling por la ocupación de este enlace cuando apenas lleva cinco meses operándolo, y además, su demanda se concentra en verano por lo que al término de la temporada estival, la demanda de esta ruta podría alcanzar los mismos niveles que en Alvedro o incluso superiores.

Y mientras la discordia crece entre los aeropuertos del Norte, sembrada por la política subvencionadora del partido que gobierna la Xunta, Feijóo se limita a pedir la intervención del Ministerio de Fomento por carecer la administración autonómica de competencias en materia aeroportuaria. Una argumentación tan sorprendente como la pronunciada ayer por la portavoz del grupo socialista en A Coruña, Mar Barcón, que criticó al alcalde Carlos Negreira "por permitir que Alvedro perdiese competitividad y ahora con el dinero de todos los coruñeses está intentando recuperar lo que perdió en su primer año".