Los paneles indicativos de las aulas del CEIP Escultor Acuña avisan al visitante que entra en un colegio algo diferente. Además de la escritura tradicional, los rótulos incluyen también su representación en lengua de signos. Todo gracias a que el centro desarrolla desde el curso pasado un proyecto plurilingüe que, además de gallego, castellano e inglés, incluye el lenguaje de señas. De esta manera, todos los alumnos reciben una hora semanal de la materia en un recinto escolar que abrió en septiembre de 1985, ya como integrador para niños sordos.

La coordinadora del proyecto, Eva Graña, explica que el colegio, en el que actualmente estudian 16 niños con dificultades auditivas, es de tradición oralista y trabaja en la rehabilitación del lenguaje hablado. Para ello, desde siempre han utilizado la lengua de signos. Sin embargo, empezaron a organizarse más actividades de cara a toda la comunidad educativa en el curso 2009-2010, dos años después de que la ley declarara oficial este lenguaje. "Etiquetamos las aulas, las normas del centro, se impartieron cursos de formación a los profesores y al personal no docente y se vio que había interés", enumera.

En el curso 2011-2012 se integraron en el proyecto Portfolio Europeo de las Lenguas en el que, junto al Grupo de Investigación en Lengua Española y Lenguas Signadas de la Universidad de Vigo, trabajan la lengua de signos como una herramienta integradora en la escuela. En ese momento, el Escultor Acuña se convirtió en el primer centro de educación infantil y primaria de toda Europa en introducir este lenguaje en el material de autoevaluación. "Pusimos el gallego, el castellano, el inglés y la lengua de signos al mismo nivel", detalla Graña, quien recuerda que comenzaron con solo tres aulas.

Una cifra que supuso solo el punto de arranque. A finales del curso un grupo de padres propuso implantar la lengua de signos como materia, una sugerencia que recogió el centro. "Presentamos el proyecto a la Xunta y lo aprobaron el curso pasado, aunque por los recortes solo pudimos impartir la asignatura a los alumnos de infantil y del primer ciclo de primaria", anota. "Este año ya tenemos el personal adecuado y se da a todos los niños", señala.

Tanto ella como la dirección del centro admiten que había cierto temor al implantar el proyecto. Pero los miedos se disiparon rápidamente porque funcionó "estupendamente" desde el primer momento. El secretario del colegio, José Antonio Feal, califica la experiencia de "muy positiva" y confía en la continuidad de un proyecto "muy bien recibido por alumnos y profesores" y del que, reconoce, siempre han tenido el apoyo de la Xunta. Piensa que la lengua oral es "básica y se debe potenciar" pero está convencido de que los signos sirven a los alumnos para "profundizar en contenidos y resolver dudas".

Pero Feal apunta otros efectos positivos del programa. "Los niños adquieren más confianza porque es casi una clase de expresión corporal en la que pierden el miedo a hablar ante los demás", subraya. También está convencido de que a los alumnos oyentes les ayudará a ser "más sensibles" hacia otras discapacidades e incluso a implicarse más en el futuro con este sector de población.

Así, el desarrollo del proyecto supone que todos los alumnos reciban clase de la materia para lo que cuentan con tres intérpretes de signos. Una de ellas es Rosa Louro, quien se incorporó como refuerzo a mediados de curso. "Venía de Secundaria donde el trabajo que hacemos es totalmente diferente, somos extraños al centro y simplemente traducimos al alumno sordo lo que se imparte en clase", explica. "Pero aquí es diferente, somos uno más y nuestro trabajo es lo más normal del mundo, los niños no se extrañan al vernos", incide. Añade que "también tenemos que estar pendientes de otras cosas, como de que se porten bien". Una de las cosas que más le llamó la atención al llegar al Escultor Acuña es que cada alumno tiene su propio signo de identificación personal . "Incluso los oyentes utilizan la lengua de signos entre ellos como un medio para que el profesor no les oiga hablar porque está totalmente normalizado", sentencia. "Es un trabajo muy enriquecedor", concluye.

Otro punto fundamental en el funcionamiento del programa es la colaboración entre padres y profesores. Y más especialmente en el caso de los niños con problemas auditivos. Así lo asegura María Rosa Goyanes, profesora de apoyo al lenguaje desde hace 24 años. Reconoce que la educación de los niños sordos ha cambiado "mucho" , en gran medida por los avances tecnológicos que han dado unos resultados "espectaculares". En cuanto al proyecto, lo considera muy positivo. "A los niños les gusta mucho, aprenden muy rápido, son como esponjas, y les permite un mayor nivel de comunicación con sus compañeros sordos", indica. Además, considera que aprender algo nuevo es "bueno para todos".

También recalca lo esencial que es continuar trabajando para el desarrollo de la lengua hablada. "El oído es un sentido que informa muchísimo y debemos potenciarlo todo lo posible", asevera. En este sentido, está convencida de que la labor de los profesores es "fundamental" para que los niños adquieran el lenguaje oral y mejoren la escucha.

Por su parte, Juan Antonio Graña, tutor en 5º curso, ofrece también una valoración muy positiva. "Es un proyecto innovador y aporta un enfoque diferente a la educación", enfatiza, "tanto para los profesores como para el alumnado. "Los niños lo han hecho suyo y ha mejorado también el clima social en las aulas y la convivencia", remacha.