La trayectoria de Manuel Núñez, que empezó como letrado sindical en los años 70, está marcada por una larga experiencia como abogado y los altibajos empresariales. De carácter campechano según quienes le conocen y curtido en mil batallas, abrió su propio bufete a principios de los 80 y participó en numerosos casos de suspensiones de pagos en Vigo y en Galicia, llegando a acumular una enorme carga de trabajo. Su posición le permitió convertirse, en los 90, en socio de un prestigioso despacho.

Los malos tiempos llegaron a principios de 2000, cuando los bancos embargaron sus oficinas e intervinieron lujosas propiedades en Nigrán. También Hacienda siguió sus pasos entonces.

Abogado también de los hijos del industrial granitero David Fernández, asesinado por dos policías nacionales en su casa de Priegue (Nigrán) junto a su mujer, su hija y una asistenta doméstica, Núñez se rehizo tras asociarse con un empresario canario y hacerse con Transportes de Tenerife, firma que contaba con importantes solares en la isla. A partir de ahí despega y más que nunca mostró sus dotes para los negocios, con luces y sombras, llegando a crear un grupo de siete compañías con actividad en varios sectores, el principal la construcción. La Operación Tótem marcaría su ocaso empresarial, aunque la condena se limitó a menos de cinco meses de prisión que evitó con el pago de una multa.