Accesos, baños, cubiertas, pasillos, butacas... el campo vigués se encuentra en un estado muy deteriorado y las quejas de los socios, que se encuentran cada dos semanas con todo tipo de desperfectos, son continuas. La última reforma del estadio data de hace más de tres décadas, cuando Vigo se convirtió en sede del Mundial de Fútbol de 1982 y acogió al equipo que posteriormente se convertiría en campeón, Italia. Desde entonces las labores de mantenimiento han sido escasas, por no decir nulas. En varias ocasiones han caído cascotes en la grada de Río y se han registrado desprendimientos en Tribuna.