Visto para sentencia. El juicio contra una madre, que se enfrenta a 5 años de prisión y 8 de alejamiento de su hijo -en la actualidad de 9 años- acusada de varios delitos de malos tratos por los castigos que infligía al pequeño y que motivaron que su custodia pasara a su padre, se cerró ayer en el Juzgado de lo Penal 3 con la declaración de los peritos. El dictamen de los forenses fue claro: las lesiones que presentaba el pequeño en oreja, nalgas, rodillas y brazos no se corresponden a caídas accidentales o a los juegos habituales de niños de esa edad.

La fiscal y el abogado que representa al padre del menor acusan a E.B.G., una mujer polaca residente en Vigo, de infligir en el primer trimestre de 2013 duros castigos a su hijo que incluían frotarle la lengua con un estropajo o un cepillo de dientes hasta sangrar, golpearle con una paleta de cocina o castigarle de rodillas sobre un paquete de garbanzos con los brazos en cruz cargándole de libros. La situación fue denunciada por una pediatra del Xeral que descubrió los hematomas cuando la madre llevó al niño, el 18 de abril de 2013, porque tenía catarro. Puso en marcha el protocolo oficial y el pequeño le contó que se los había hecho su madre, que fue detenida allí mismo.

Las dos forenses mantuvieron que todas las erosiones son compatibles con el relato de las acusaciones contra la madre. Descubrieron en el niño dos tipos de hematomas, unos más recientes "lesiones figuradas por acción traumática, contundente y repetida, cuyo dibujo se superponía", y que obedecerían a los golpes con la paleta de cocina, y otros más antiguos. En el caso de los propinados con un objeto, las forenses descartan que se produjeran por las técnicas de contención que la madre aseguró empleaba con su hijo sujetándole por los brazos si se ponía agresivo: "no son hematomas de compresión, pues serían redondos".

El psicólogo forense, por su parte, compartió estrado con una psicóloga propuesta por la madre del menor que había tratado al niño desde los 4 a los 7 años. El perito judicial destacó que el testimonio del pequeño, que ha repetido siempre sin cambios, "es veraz, explícito y espontáneo". Manifestó que el niño "le tenía temor y desafección" a su progenitora "No me relató ni un solo signo de cariño de su madre hacia él", todo era "orden y disciplina".

La psicóloga de parte que atendió al niño en un gabinete especializado para controlar su "agresividad" y un posible mal comportamiento sexual, declaró que el pequeño era fantasioso y contaba cosas increíbles sobre las visitas a su padre, como que había ido a Disney, o que había llevado una pistola al colegio. Aseguró que nunca le dijo que su madre le pegaba y que "no había castigos físicos, sino retirada de refuerzos, como no dejarle ver la televisión", aseveró. Consideró verosímil la versión materna de que el día de los hechos se lo encontró encima de su hermana por lo que los separó, pues ya había observado ese tipo de comportamientos sexuales en el pequeño. El psicólogo forense, a preguntas del juez, replicó que un niño de 4 años no está hormonado para tales comportamientos aunque puede repetir algo que ha visto.

A petición de la madre testificaron una tutora del colegio, que definió al niño como mentiroso, agresivo y fantasioso, a la vez que manifestó que bastaba con amenazarle con llamar a su madre para que se calmara; un dentista, el pediatra particular y la canguro. No detectaron nunca malos tratos, si bien ninguno trató al niño en el primer trimestre de 2013, cuando supuestamente ocurrieron los hechos y hacia un año que no iba a terapia. La defensa pidió la absolución.