Nadie debería enredar en Galicia con el despropósito judicial que propugna Gallardón. Avisamos hace ya muchos meses del sinsentido que se estaba preparando, del peligro que se cernía sobre Vigo, y necios hubo que nos llamaron alarmistas, mientras otros, tan necios como los primeros, decían que no había que precipitarse.

Ahora resulta que los hay que pretenden equiparar el caso de Vigo con el de otras ciudades gallegas.Pues bien, ha llegado el momento de decir alto y claro que estamos hablando de la mayor urbe de Galicia, que Vigo suma más habitantes que las otras tres supuestas agraviadas y que, por tanto, su incalificable marginación será más grave y hará más daño que en ningún otro caso, porque perjudicará a mucha más gente. Y de eso se trata, de servir, de ayudar a la gente, o al menos de no complicarle la vida innecesariamente.

Harían bien los políticos en tenerlo presente y, en consecuencia, preocuparse por solucionar problemas, o al menos no crearlos, en vez de maniobrar y tergiversar la realidad para confundir. Porque en esta guerra no hay dos iguales. Porque en esta guerra Galicia y la Xunta están obligadas a demostrar que están con Vigo. Sin fisuras, sin claudicaciones y sin enredos.

O lo están y paran esta tropelía, o no lo están y traicionan a los vigueses.