El 7 abril de 1924 llegaba a Vigo la selección uruguaya de fútbol, camino de las Olimpiadas de París. Los miembros del equipo permanecieron aquí una semana, jugaron dos partidos contra el Celta, ganando 3-1 y 4-1, y rindieron homenaje a Concepción Arenal colocando una placa en su monumento en el cementerio de Pereiró. Durante su estancia tuvieron ocasión también de realizar varias excursiones.

Ese 7 de abril, a las tres de la tarde, fondeó en puerto el Desirade que conducía "a la brillante embajada olímpica de Uruguay". Tan pronto fue avistado el vapor a la entrada, fue saludado con una salva de bombas y los vaporcitos pesqueros arribados en Bouzas hicieron sonar sus sirenas.

El público empezó a acudir a los muelles y en lanchas empavesadas se trasladaron las autoridades locales al Desirade a dar la bienvenida a los campeones sudamericanos. Les acompañaba "el entusiasta presidente del Real Club Celta, señor conde de Torre Cedeira".

Cumplimentaron allí a los viajeros, que venían contentísimos de arribar felizmente a Vigo, y acto seguido desembarcaron los jugadores, siendo despedidos, desde la borda, por todo el pasaje.

En el muelle estaban los equipiers del Celta y desde aquel hasta el hotel Universal donde se hospedan había millares de personas que hicieron objeto a los uruguayos de un cariñoso recibimiento.

La banda municipal tocó el himno nacional del Uruguay y sudamericanos y célticos, portadores aquellos de banderitas españolas y estos de banderas uruguayas, desfilaron por entre la multitud en medio de atronadores aplausos y vivas entusiastas al Uruguay y a los campeones sudamericanos.

Su entrada en el hotel Universal fue verdaderamente difícil pues el público queriéndoles ver de muy cerca y estrechar su mano retrasaba su marcha, rompiendo las alambradas del jardincillo frente al hotel, que quedó hecho una lástima.

Como los aplausos eran insistentes en la calle para que salieran al balcón los distinguidos huéspedes tuvieron que asomarse recibiendo una verdadera ovación de los miles de personas que se habían congregado ante el hotel y que permanecieron allí, durante un rato largo, dando hurras a los estupendos footballers americanos y personas que les acompañaban. Se mostraban todos ellos satisfechos de la acogida cariñosa que les hacia nuestro pueblo.

Una semana después y en el tren corre salió la selección uruguaya para Bilbao, para jugar dos partidos contra el Athletic bilbaíno. Los uruguayos volverían a Vigo al acabar la Olimpiada para regresar a su país... Y jugar dos partidos más contra el Celta.