Las lágrimas se mezclan en las aguas de la Ría de Vigo. Con el impacto del naugrafio del Santa Ana contra el asturiano Cabo Peñas aún fresco en la memoria, los gallegos amanecieron ayer con una nueva tragedia marítima, la mayor de la última década en las Rías Baixas, tras la colisión del pesquero Mar de Marín contra el carguero Baltic Breeze. El buque más pequeño sufrió las únicas y más tristes consecuencias. Cinco de sus tripulantes sobrevivieron, pero tres fallecieron y otros dos continúan desaparecidos. Ocurrió entre la isla sur de Cíes y el faro de Monteferro (Nigrán) a causa de lo que fuentes de la investigación definen como un "error de percepción". Poco después de descargar en el puerto vigués de O Berbés, el Mar de Marín navegaba hacia la salida sur de la Ría con rumbo correcto hasta que, por circunstancias todavía por esclarecer, lo varió invadiendo el canal por donde en ese momento se aproximaba en dirección Vigo el Baltic Breeze. Los reiterados avisos del Centro de Control de Salvamento Marítimo de Vigo al barco marinense para que cambiara su posición no surtieron ningún efecto. Así acabó chocando contra la proa del mercante, y el boquete que se abrió en su costado hundió en cuestión de minutos el casco a 56 metros de profundidad.

Según los datos de la investigación sobre las llamadas por radio marítima entre el Centro de Control de Salvamento Marítimo y el patrón de costa del Mar de Marín, a los que tuvo acceso FARO, el pesquero creyó que el mercante entraba en la ría invadiendo su carril. Apenas quince minutos de comunicaciones con un desenlace tan sorprendente como luctuoso. El porqué es una incógnita. Todo apunta a un fallo humano, de cálculo, un "error de percepción", según fuentes de la investigación. La tragedia comienza a fraguarse cuando el pesquero de 27 metros zarpa de Vigo para regresar a su caladero, entre el Miño y el Bidasoa. Son las 2.00 horas.

A esa misma hora, el Baltic Breeze, un buque mercante de transporte de vehículos que cubre la línea entre Argelia y Vigo se dirige desde el sur hacia la ría por el canal de entrada. De 164 metros de largo por 28 de ancho y unos 20 de altura, el carguero navega vacío de carga a una velocidad de unos 12 nudos (21,6 km/h), "necesarios para afrontar la ventolera de 40 nudos (72 km/h)", indican las citadas fuentes. Además de viento, llovía; la niebla, que no muy densa, también restaba visibilidad, y el mar de fondo generaba olas de hasta tres metros.

Tanto el cochero como el pesquero "circulaban" por los respectivos carriles de entrada y salida establecidos en las cartas náuticas y de obligatorio cumplimiento para buques de eslora superior a los 20 metros, con "total normalidad y en posición correcta". Nada justificaba, ni siquiera las desfavorables condiciones meteorológicas, que alguno de los dos buques modificase su rumbo. Sin embargo, así ocurrió. Desgraciadamente.

La primera llamada "extraña" que recibe el centro de control que coordina el tráfico marítimo en la ría viguesa procede del puente del Mar de Marín. Su patrón informa que el Baltic Breeze está invadiendo su canal, es decir, el de salida. Se desconoce en qué basaba esta afirmación, si en una confirmación visual o electrónica. Desde el Centro de Control, según coinciden las fuentes de la investigación consultadas por este periódico, se le informa que está en un error y que los dos barcos navegan correctamente cada uno por su canal. El patrón mantiene que el mercante entra por la vía de navegación del pesquero.

Giro a babor

De nada sirvieron las explicaciones ofrecidas por el centro del control. Debieron resultar poco convincentes o tal vez el Mar de Marín creía estar en lo cierto; que de continuar con su rumbo acabaría chocando contra el carguero. Así que optó por girar hacia babor -izquierda- posicionándose directamente en lo que los navegantes denominan "rumbo de colisión".

En ese momento cunde el pánico en la Estación Marítima. Los controladores avisan al patrón de costa de que corrija su rumbo "de inmediato" al comprobar en sus monitores cómo ese viraje improvisado a babor lo sitúa en el canal de entrada por donde navega ya a muy poca distancia el cochero. El centro de control le reitera al Mar de Marín que gire hacia estribor (derecha). La respuesta desde el pesquero descoloca a quienes la escuchan. Como continúa creyendo que navega en posición correcta y que es la travesía del carguero la errónea, el patrón alega que no puede cambiar la dirección al creer que de hacerlo acabaría colisionando. Y eso ocurrió.

A las 02.40 horas el pesquero se cruzó de frente a la trayectoria del Baltic dejando a éste sin capacidad de reacción. "Para un buque de esta envergadura, esa situación es similar a cuando vas en coche y sale un niño corriendo detrás de la pelota. Te lo llevas por delante", ejemplifican las mismas fuentes. La colisión fue brutal. El Mar de Marín impactó primero contra el bulbo, la sección más saliente de la proa que actúa como rompeolas, y a partir de ahí fue deslizándose a golpe de bandazos por el costado de babor del mercante, como así lo reflejaban las rayaduras registradas en este lateral inspeccionadas ayer por los investigadores.

Salvamento Marítimo alertó de la colisión sobre las 02.45 horas y a partir de ese momento se activó un dispositivo que contó con la participación, además de sus propias embarcaciones, de las de la Guardia Civil, del Servicio de Vigilancia Aduanera, Xunta de Galicia, Puerto de Vigo, Protección Civil; así como de helicópteros de la Consellería do Mar y de la Policía Nacional. La colaboración de los buques pesqueros, sobre todo los cerqueros, fue determinante en la recuperación de los cadáveres de los tres fallecidos y en la localización de la zona del hundimiento.

Los cinco tripulantes que sobrevivieron -Gonzalo Santiago Torres, Gumersindo Márquez Arias, Juan Ramón Santiago Torres, Francisco Javier Pazos Sanjorge y Nicolás Mira Curat- lo consiguieron gracias a saltar al agua y asirse a una balsa. Algunos de ellos aseguran que al menos vieron uno más lanzarse al agua, pero las labores de rastreo no consiguieron hallar ningún otro cuerpo más. El segundo marinero desaparecido podría encontrarse dentro del pecio. La posición exacta del casco sumergido se determinó sobre las 12.45 horas por parte de un grupo de buceadores con base en Fene (A Coruña), un sargento del grupo de buzos de la Guardia Civil (Geas), y dos técnicos de la Universidad de Vigo con ayuda de un sónar a bordo de la Salvamar Mirach.

Las luces del mercante

"Era un patrón muy experimentado. No sé lo que pudo pasar. Hacer fotos a las luces del mercante", pedía por teléfono en los juzgados a su interlocutor el armador del Mar de Marín, Francisco Freire Lino, que acompañaba a las familias de los fallecidos en los trámites de los certificados de defunción. El pesquero, aseguró en rueda de prensa, tenía activado el Sistema de Identificación Automática (AIS) cuando colisionó. La situación de las luces y sus colores podría ser relevantes por si indujeron a error al patrón del arrastrero.

El gerente de la Asociación de Armadores de Marín, Juan Martín Fragueiro, que acompañó como portavoz al armador durante toda la jornada, señaló que el buque estaba "en perfecto estado" y disponía de los medios exigidos para la seguridad marítima y la navegación, incluido el AIS, que aporta la ubicación exacta y el recorrido del barco para evitar precisamente colisiones con otras embarcaciones.

El Mar de Marín entró en servicioen 1989. Contaba con una caja azul, a través de la cual se puede comprobar el recorrido que hizo, desde que salió del puerto de Vigo tras descargar, en su camino de vuelta hacia el caladero. Fragueiro resaltó que estos buques no pueden pescar en fondos inferiores a los 100 metros, por lo que en el momento del accidente iba en navegación libre y era "imposible" que estuviera realizando actividad de pesca.