Su puesto de sargento en la Policía Local le "da de comer", pero su "vida" es la labor que desarrolla con un grupo de personas con discapacidad a las que entrena y acompaña en su sueño de superación: recorrer el Camino de Santiago en tándem.

-¿Cómo empezó esta aventura?

-Soy monitor de atletismo y, hace 18 años, la ONCE me contrató para entrenar a chavales ciegos y sordociegos. Ahí conocí a Gerardo, sordociego con problemas de equilibrio. Cuando acabó el contrato, éramos amigos. Sus condiciones físicas se van deteriorando, por lo que pasamos del atletismo al lanzamiento de peso y, luego, a la bici hasta que se perdió la vista y se dio un trompazo contra un muro. Se acabó la bici hasta que vimos un cuadriciclo de Cocacola en un desfile de carnaval y nos lo prestaron. Pesaba una tonelada, pero al poco encontramos en Internet lo que usamos ahora.

-¿Conoció a Gerardo y se enganchó a esta labor?

-Te engancha su alegría. ¿Cómo es posible que un tipo que no ve ni oye tenga esa chispa? La gente dice "¡Qué bueno eres!", pero es que el primer beneficiado soy yo. Ahora estoy también con Maxi, Rafa, Angelito y Varela, que es la última incorporación. Es un chavalito de 61 años que nunca había andado en bicicleta. La cara que puso cuando salimos por primera vez te paga todo. Cuando te dicen que les has devuelto la ilusión, ni te cansan los kilómetros ni nada.

-¿Hay algo que los defina?

-Tienen en común las ganas de vivir y la ilusión. Nos quejamos de cualquier tontería y no nos damos cuenta de que los problemas reales son los que tienen ellos.Quiero que vengan al acto del jueves. La gente tiene que ver a un tipo de 61 años que apenas puede andar años y que tiene las narices de subirse a una bicicleta.

-Tras el primer Camino dijo: "No se puede dar un caramelo a alguien y decirle que no hay más". Ahora trabaja con más chicos ¿Se está convirtiendo en su fábrica de golosinas?

-El culpable es Gerardo. Al terminar el primero me pidió que buscara más gente para seguir haciéndolo. A partir de ahí, fuimos cada año con alguien diferente. A quien se acerca con ganas de probar el caramelo, no le vas a decir que no hay.

-¿Cuántos kilómetros van?

-Llevamos cinco Caminos, a una media de 800 kilómetros, sumado a los entrenamientos... Una animalada.

-¿Cuál es el siguiente reto?

-Este verano tenemos el proyecto loco de venir desde Roma. Se irán relevando: Gerardo pedaleará el tramo de Italia, que está enamorado de Roma; Varela está aprendiendo francés, así que hará el de Francia; y Maxi quiere hacer completo el de España.

-¿Cómo han recibido la noticia de la distinción?

-Con sorpresa y preguntándonos para qué sirve. Están bien las palmadas en la espalda, pero ¿lograremos que alguien más se sume al carro? ¿Que alguna de las personalidades que estén en el acto se acerque y nos adopte? ¿Alguien que quiera poner publicidad en los triciclos?

-¿Con qué medios cuentan y qué necesitan?

-En este momento, tenemos tres triciclos de doble pedaleo y uno de silla de ruedas. Hemos donado este último y uno de los otros a APAM. El más pequeño lo está usando Angelito, de Porriño, y el último lo llevo yo. Todo lo que venga a mayores siempre está bien, porque el material se deteriora. En APAM, el problema no es tanto de aparato como de gente. Se apuntaron todos (20) y hay solo dos personas para sacarlos a darles una vuelta. Uno va los miércoles y otro los sábados. Tienen que pasar casi diez semanas para que alguien vuelva a salir. Es una faena. Hacemos un llamamiento. Solo se requiere tiempo, ganas y condición física.