Anoche se fue para siempre a los 82 años, tan quedamente como le gustaba vivir, Emma Rosa González Bermello, primera mujer que accedió en 1978 a la alcaldía en la historia de Vigo y de Galicia, y una de las tres primeras actas con nombre femenino que entre 71 escaños estrenaron el primer Parlamento de Galicia. Aunque hace seis años aún vivía sola, la memoria había abandonado al menos hace tres a esta mujer que, como buena orensana fue una viguesa ejemplar como parte de una familia que se trasladó a Vigo cuando ella tenía solo tres años.

Propietaria de Baladrón con su marido Jesús, empresa de electrónica y electricidad que tuvo gran predicamento en el comercio vigués, madre de tres hijos y siete nietos, su desembarco en la política del tardofranquismo lo fue por el tercio familiar tras una campaña local apoyada por lo que llegaron a denominar en la ciudad "el clan Baladrón", al calor del por entonces renombrado "clan Kennedy".

Su inesperada llegada a la alcaldía en 1978, tras la dimisión de Joaquín García Picher en un pleno municipal tumultuoso agitado por el entonces poderoso movimiento vecinal, la situó al frente de una ciudad que nada tenía que ver con la de ahora, golpeada por una aguda crisis económica, con algo menos de 250.000 habitantes y tras haber sumado 60.000 en menos de una década. Tuvo un papel muy difícil en esa encendida etapa política de la Transición y, para más inri, con una ciudad en horas bajas cuyo presupuesto no llegaba a los 1500 millones, un 80 por ciento para personal.

La entrada en UCD

No estuvo mucho tiempo porque en abril de 1979 la sustituiría Manuel Soto tras las primeras elecciones democráticas, pero tanto éste como otros representantes de los partidos políticos que la sustituyeron parecen coincidir en que, dada la muy difícil etapa económica y política que le tocó vivir, lo hizo bien, con no poca prudencia. Era según opiniones una mujer de centro o centro derecha, convicciones democráticas y galleguistas, muy comedida y de criterios conciliadores.

Llegada la democracia se integró en UCD y con ese partido entró en el primer Parlamento gallego, en el que la presencia femenina era simbólica: tres mujeres y 68 hombres. De sus sentimiento galleguistas dio buena prueba cuando estrenó el Parlamento con un exuberante traje tradicional de gala originario de su tierra orensana, lo que dio lugar a críticas de los más conservadores y simpatías de los nacionalistas, sin que perteneciera exactamente a ninguno de estos dos sectores.

Volvería en la segunda legislatura aunque ya con Alianza Popular, que abandonó para apoyar a Barreiro Rivas cuando éste dejó entre grandes tensiones AP

y apoyó la moción de censura del socialista Fernando González Laxe de cuyo gobierno él sería vicepresidente, para integrarse después en Coalición Galega. Su baja de AP no fue venial porque con ella Fernández Albor perdería la mayoría absoluta.

Tras aquellas disputas decidió retirarse de la política, lo que hizo para siempre a pesar de las tentadoras propuestas recibidas. Descanse en paz esta mujer que queda en la memoria de Vigo.