La última obra de Roberto Alonso es un diálogo reflexivo con el instrumento y las piezas de compositores gallegos -Fernando Buide, Eduardo Soutullo, Octavio Paz-, los españoles Tomás Marco y David Gálvez y el latinoamericano Samuel Robles. Solo en una de ellas le acompaña la pianista Olga Gollej, una rareza en el ámbito de la música contemporánea. El Museo del Mar acoge el día 18 (20.00 horas) la presentación del álbum, publicado por la discográfica gallega Ouvirmos y ya disponible en las principales plataformas on line, así como un concierto del vigués.

-¿Hay una temática común a cada obra?

-No. Le pedí a cada compositor que explorase y trabajase con sus propias ideas. Dentro de la cuestión del tiempo, puesto que es un disco, cada uno hizo lo que quiso. Ninguna pieza había sido grabada antes.

-¿Y cómo influye esto en su interpretación?

-La interpretación siempre es algo especial. Más allá de lo que el compositor intenta transmitir tú tomas ciertas decisiones, hay una especie de diálogo. Pero ellos están contentos del resultado.

-Ha elegido a tres compositores gallegos que gozan de un importante reconocimiento.

-Octavio Paz está establecido en Nueva York, Eduardo Soutullo vive en Vigo y Fernando Buide reside en A Coruña tras haber estado en Roma y EE UU. Los tres tienen prestigio, son muy activos y han conseguido una proyección tanto dentro como fuera de España.

-También ha contado con Tomás Marco, sobre el que realizó su doctorado en la Universidad de Birmingham.

-Sí. Su pieza, "Extravío del ángel en la niebla", así como el disco en su conjunto, es un homenaje al violinista Francisco Comesaña. Rivas se inspiró en sus padres para escribir O lapis do carpinteiro y falleció hace unos años.

-¿Qué aceptación está teniendo el disco?, ¿es más difícil abrirse hueco interpretando música contemporánea?

-Es un repertorio que no tiene un mercado inmenso pero el disco se mueve bastante bien y el año que viene daré conciertos. La música contemporánea lo tiene más difícil que la clásica, eso seguro, y además este álbum es de un instrumento solo, lo que requiere de cierta tranquilidad para escucharlo. Yo diría que es para todos los públicos, pero siempre sabiendo que es especial. Un solo instrumento en música contemporánea es bastante raro.

-El disco está acompañado además de varios vídeos.

-Propuse a varios artistas que trabajasen con la música, sin darles ninguna explicación, y cada uno ha profundizado en sus mundos. Son tres vídeos que añaden a la música una segunda narrativa y hacen que percibas las obras de otra manera.

-¿En qué consistirá su concierto del miércoles?

-Interpretaré la pieza "O Pulcre Facies", de Buide. Es interesante porque se construyó a través de 14 fragmentos. Todas las obras, excepto la de Soutullo, que toqué en Honduras, están por estrenar.

-¿Qué opina de la subida del IVA cultural?

-Se supone que la cultura es un bien de lujo y que podemos vivir sin ella. Siempre cito la frase de un presidente costarricense que en los 70 dijo: "Para qué queremos tractores si no tenemos violines". En tiempos de crisis la primera que se ve afectada es la cultura y es una pena. Se ve como un bien de consumo prescindible.

-¿De qué nivel goza hoy la música en Galicia?

-Siempre ha habido una tendencia a la emigración, casi es un mal endémico, pero el nivel ha mejorado mucho y hay gente brillante trabajando aquí y fuera, y músicos más jóvenes que destacan en otros campos como el electrónico. En general, el nivel es bastante elevado pero falta continuidad para trabajar aquí, se necesita una estructura y programación.

-No es cuestión de público, entonces.

-El público está ahí, pero hay que movilizarlo, ofrecerle una programación estable y normalizar el acceso a la cultura, que sea parte de nuestra vida diaria o semanal. En Vigo hay presentaciones de libros, conciertos, etcétera, y siempre hay gente. El público existe, el problema es darle una sostenibilidad en el ámbito económico. Es cierto que los artistas hacen lo que les gusta pero el nivel de ingresos a veces no es sostenible.

-¿Falta apoyo institucional?

-Público y privado. En Reino Unido cada empresa que invierte en proyectos culturales paga menos impuestos. En España ninguna gasta ni un céntimo y eso que tenemos a uno de los hombres más ricos del mundo.