Apareció varada en la playa de Montalvo (Sanxenxo) después de un intenso temporal el 3 de marzo de 2003 y diez años más tarde su esqueleto luce recompuesto e imponente en el Museo del Mar de Vigo. "Esta estructura ofrece una impresión directa sobre la riqueza de nuestras aguas", enfatizó ayer el conselleiro de Cultura, Jesús Vázquez, admirado por el "protagonismo total" que cobra la gigantesca armadura ósea expuesta desde ayer en el centro de Alcabre.

Con su traslado desde Sanxenxo hasta Vigo culmina la "Operación Cachalote", como así la definió la directora del museo, Marta Lucio, que como el conselleiro, abundó en agradecimientos a quienes la hicieron posible. En primer lugar a la alcaldesa de Sanxenxo por la cesión de la pieza que durante todos estos años permaneció en el Centro de Interpretación As Telleiras (Vilalonga). Catalina González rememoró en el acto de ayer el varamiento de la ballena -"Son imágenes que no se me olvidan, porque además llevaba una cría dentro"- y hasta se atrevió a bautizar el esqueleto como Arra, en reconocimiento al lugar concreto donde varó la ballena y su bebé.

Pero fue la Coordinadora para el Estudio de Mamíferos Marinos (Cemma) la que copó buena parte de las felicitaciones expresadas ayer durante el acto al que asistieron, entre otros, la delegada de Zona Franca, Teresa Pedrosa; el presidente del Puerto, Ignacio López-Chaves; y el vicepresidente de la Diputación, José Manuel Figueroa. Los miembros de Cemma invirtieron seis días en el desmontaje de la armadura en Sanxenxo y su reconstrucción en Alcabre. Para ellos se cumplía "un sueño" que impulsó todos los años invertidos en el proceso de despiece de la ballena, la limpieza de sus huesos enterrándolos durante meses y su posterior tratamiento para que pudiera apreciarse en el futuro como ahora en el Museo del Mar. "Se me vienen muchos recuerdos a la cabeza. Desde el momento en que le hacíamos la necropsia pensamos en preparar su esqueleto para su futura exposición. Así que tomamos esto como un reconocimiento a nuestros esfuerzos", manifestó el presidente del colectivo, José Cerdeira.

El resultado es una "pieza espectacular", en palabras de Marta Lucio. La misma impresión causó en César Portela, el arquitecto del edificio de Alcabre que participó activamente en la ubicación de la estructura. "Lo que más me llama la atención son los huesos de las aletas; se parecen mucho en la forma a las humanas", apuntó. "¡Menudo bicharraco!", espetaba una señora ante el esqueleto de 9,60 metros de largo y casi una tonelada de peso. Suspendido sobre el fondo de la sala gracias a doce extensiones de cable de acero, en esta puesta en escena reside la clave del impacto que produce en los visitantes. "Al pender del techo puedes observarla desde todos los puntos, y eso te da una idea aproximada de su gigantesco tamaño", indica Cerdeira.

Aunque la armadura es el único contenido de la sala, además de los doce paneles explicativos sobre estos cetáceos, el conselleiro anunció que en los próximos meses será el espacio donde se fije una exposición permanente sobre la vida de estos animales y la navegación.