El abogado Gustavo García sufrió ayer uno de los mayores golpes de su vida profesional. Y no fue en los juzgados. Ni entre togas. A primera hora el letrado gallego recibía una llamada de la Policía en la que se le informaba de que en la noche del domingo al lunes su despacho de la calle Mestre Mateo había sufrido un ataque a manos de asaltadores que, a juzgar por los mensajes que dejaron en las paredes -con esvásticas y proclamas como "Viva el fascio" o "Tortura al rojo"-, actuaron movidos por una ideología de ultra derecha.

García es un célebre abogado que ha tomado parte, por ejemplo, en la querella presentada en Argentina por los crímenes del franquismo. El jurista ocupa la secretaría de la Fundación Galega Contra a Impunidade y estuvo vinculado a CIG. En su carrera profesional ha saltado a los medios en repetidas ocasiones al representar a políticos y hombres de negocios, entre ellos el empresario ourensano desaparecido hace más de una década Guillermo Collarte.

Aún visiblemente alterado y en medio del caos de libros, cuadros, muebles, documentos... que componían su despacho, García censuraba por la tarde lo ocurrido. "Esto mismo ocurría en los años 70 cuando una librería mostraba un libro de Machado". García asegura que "hace días" ya habían entrado en su oficina de la calle Mestre Mateo para robarle el móvil. "Terminé notándolo y me preocupé", reconoce el letrado, que no descarta que los autores del ataque lo hayan perpetrado por razones ajenas a la ideología, como rencillas personales o profesionales.

Llama la atención la gran violencia del ataque, en el que se llegó a acuchillar cuadros y fotografías o a arrojar excrementos sobre el suelo y los documentos. Los vándalos destrozaron también carteles de la Fundación Contra a Impunidade que García guardaba en una segunda estancia, en una planta superior a su despacho.