El 27 de julio de 1928 se daba cuenta de que el presidente del Patronato de las Escuelas Nieto, don Antonio Conde, había recibido un cablegrama de Chile, en el que se le comunicaba el fallecimiento "del opulento comerciante don Ramón Nieto, hijo de la vecina parroquia de Lavadores y desde muy joven residente en la república chilena".

De humilde origen y de modesta posición, tuvo allá la abnegación del trabajo incesante y el acierto inteligente entre las empresas a las que encaminó sus esfuerzos.

Y el resultado fue el labrarse una fortuna que aseguró su bienestar. Fue entonces cuando se acordó de los niños de Lavadores; de los que, como él, solo habían podido obtener una rudimentaria ilustración. Y anhelando para las nuevas generaciones del término que domina lodo el riente valle de Fragoso más sólida instrucción, apartó de su peculio una parte y la destinó a tal objeto.

Creó las Escuelas que llevan su nombre; costeó para ellas un edificio moderno y adecuado; depositó el capital necesario para que, con su renta, nunca falte al centro docente cuanto precise para su sostenimiento, y confió la ejecución de todo ello a un Patronato de honorables personas, las cuales no han vacilado en echar sobre ellas esa labor esa gracia a los fines altruistas de la fundación y en correspondencia a la confianza que en ellas depositaba el señor Nieto.

Las Escuelas Nieto se enlutaron al tener conocimiento de la pérdida de su fundador "pero creemos que el luto cubrirá hoy a todos los buenos hijos de Lavadores y a todos cuantos sentimos devoción por quienes, como don Ramón Nieto, dedican parte de su capital al fomento de la instrucción, dándoles pan para el espíritu y medios de vencer en la conquista de pan para el cuerpo mortal".

Ya con ocasión de los exámenes de fin de curso verificados en las Escuelas Nieto, se habían dedicado a esa institución unas líneas de alabanza en las que se decía que, gracias al señor Nieto, los niños de Lavadores "adquieren una sólida instrucción, que les capacita para las luchas de la existencia".

¿Qué añadir a eso en el día de hoy?... El Ayuntamiento de Lavadores dedicó al generoso benefactor el trozo de vía pública donde las Escuelas Nieto están enclavadas. Esa dedicación y las mismas Escuelas, serán perpetuo homenaje a la memoria de don Ramón Nieto.

En la crónica se señala también que por razones que no son del caso, se sabía del interés constante, diario, del señor Nieto por sus escuelas.

Se enviaron a su viuda testimonios generales de condolencia. Y también el pésame por esa pérdida tan sensible al Ayuntamiento de Lavadores.

El 16 de mayo de 1914, la corporación municipal de Lavadores ya había reconoció la labor de Ramón Nieto Otero, acordando por unanimidad nombrarlo hijo predilecto de Lavadores, y ordenando que "cuando los recursos del municipio lo permitan se adquiera su retrato y se coloque en el Salón de la Casa Consistorial".

Una gran fortuna

Remigio Ramón Nieto Otero, nació en Santa Cristina de Lavadores. Sus padres, campesinos, emigraron a Chile y él con 14 años y una formación elemental, afrontó una nueva vida. Empezó en un comercio de tejidos, siguió estudiando y con 24 años fue requerido por una fábrica de hilos en la que destacó por su gestión. Tras largos años de trabajo, hizo fortuna en los negocios consiguiendo un respetable capital, fundando un banco y dos compañías de seguros. Llegó a ser Consejero de la Presidencia de la República de Chile.

En 1900 encargó a Severino Cobas la creación de las escuelas que empezarían su actividad en un edificio situado en la actual Avda. Ramón Nieto, donde hoy está la Ludoteca. Al fallecer, toda su fortuna, 1.435.000 pesetas, pasaría íntegra a las Escuelas, a través de la fundación creada al efecto.