La personalidad de Eugenio Fadrique llenó una dilatada etapa de 60 años en la historia del Vigo actual. Hombre sencillo y emprendedor, empresario de talante liberal, amigo de todos, con capacidad extraordinaria de trabajo, creó afanosamente prestigiosas empresas, dentro y fuera de España.

Fue socio de honor del Circulo Mercantil y presidente de la Cámara de Comercio, desde 1931 a 1945. Dirigió el Patronato de la Casa de Caridad desde 1930 hasta su muerte, y presidió la Asociación Metalgráfica española. Actuó de arbitro en delicados conflictos sociales y familiares y mantuvo también una estrecha colaboración con la Escuela de Artes y Oficios, donde se formaban latoneros y soldadores y buena parte de los dibujantes litógrafos de la ciudad.

Consejero de Fenosa, fue también uno de los impulsores de la modernización de la Caja de Ahorros y uno de los fundadores del Rotary Club de Vigo y su círculo más íntimo de amigos estaba formado por Gaspar Massó, Javier Sensat, Gómez Román, Daniel de La Sota, Manuel Sanjurjo y el almirante Nieto Antúnez.

Fadrique, meticulosamente ordenado, era insustituible y perspicaz para captar detalles y también en el aspecto público dio muestras de talento y discreción. Concejal en varias ocasiones, actuó de teniente alcalde en el famoso Ayuntamiento presidido por Adolfo Gregorio Espino, durante la dictadura de 1923, que señaló entonces el despegue inicial de la ciudad hacia el Gran Vigo.

Señala su hija Mercedes, más conocida por Cucuta, que era un hombre paciente, que se tragaba todo lo malo sin exteriorizar ninguna queja. No era un hombre alegre ni tampoco taciturno, y cumplidor hasta el extremo en el trabajo. Su afición era el trabajo y estar con la familia. Poco amigo de sociedades, sólo fue socio de El Gimnasio, que estaba en la calle del Príncipe.

Pero Eugenio Fadrique también pasó años duros desde el punto de vista estrictamente familiar y personal. Al fallecimiento, apenas con diez años, de su hijo mayor, se sumó el de otro de corta edad, lo que también afectó seriamente a su esposa, Josefa del Río Gutiérrez. Solamente el nacimiento de sus hijas Josefina, Nenina y María de las Mercedes, Cucuta, y de su hijo Eugenio, conocido siempre como Aguto, aliviaron lo que siempre definió como "un peso en el corazón imposible de compartir".

Se cuenta que la muerte de sus dos hijos hizo que se extremaran los cuidados con los nuevos. Así cuando iban a la playa de Coia, se calentaba un gran balde de agua para bañar al pequeño Eugenio, al que le preguntaban si estaba a gusto, a lo que él respondía... A guto, a guto... Y ya le quedó Aguto para siempre.

La Artística

La Artística concentró sus actividades en Coia y amplió las instalaciones adquiriendo nuevas parcelas, moderna maquinaria y construyendo varios edificios para las secciones de litografía, fabricación de envases y anillos másticos, básicos para los nuevos envases de conservas que, al sustituir la soldadura manual por el cierre mecánico, necesitaban una goma para asegurar la hermeticidad de la lata.

Su enorme personalidad hizo que La Artística y sus empresas filiales jamás conocieran huelgas ni disputas salariales. Fue de los primeros empresarios en emplear a mujeres y para ello creó en La Artística una casa cuna donde se atendía a una media de 30 0 40 bebés, hijos de las trabajadoras. Contaba la fábrica también con cantina y comedor, con bocadillos gratis y un economato donde el personal podía hacer las compras a precios más reducidos que en la calle. y para eso la fábrica tenía una moneda interna. Por todo ello en su momento la fábrica fue declarada Sociedad Modelo. Terrenos pertenecientes a la fábrica fueron cedidos para la construcción del colegio del Chouzo y en Coia el antiguo Eijo Garay, hoy Islas Cíes.

Fotografía

La fotografía fue una de sus escasas aficiones fuera del mundo empresarial, pero consecuencia directa de su actividad, muy vinculada a la imagen, llegando a ganar un premio de la revista La Ilustración Española y Americana, frente a un plantel de excelentes fotógrafos de toda España.

Filmó una película con José Gil, restaurada con ayuda del Centro Gallego das Artes da Imane, CGAI, donde se puede conocer la realidad del Vigo industrial de los primeros años del siglo pasado, centrada en la fabricación de envases de lata para la industria conservera. A través de rótulos se podía seguir todo el proceso fabril de una empresa con gran cantidad de empleados.

Como en su momento escribió su gran amigo Gaspar Massó con motivo de su fallecimiento, Eugenio Fadrique fue una gran persona que no conoció enemigos y siempre fue bueno a carta cabal.