Otra de las personas que trataba y conocía a Karina desde hace décadas es Ana Novalbos. "Era una señora de los pies a la cabeza, una gran persona que no dudaba en dar lo que tenía a los demás", recalca. Recuerda que, junto a César Ballesteros padre, también fallecido, ofrecía en su restaurante al terminar el verano una merienda-cena para los ingresados en el asilo de ancianos "con espectáculo y todo". "Cualquier persona sin recursos que pasara por allí no salía sin comer", incide. "Era buena, cariñosa, ayudaba a los demás, era una mujer maravillosa con grandes amistades de las que nunca alardeaba", subraya. Se refiere, especialmente, a Sara Montiel, "que venía muchas veces aquí a comer su arroz con bogavante y sus pescaditos y nadie se enteraba. ¡Mira qué poco ha tardado en seguir a su amiga!", lamenta.