Manuel Varela y Elvira Pereira trabajaron durante 34 años en Andorra: él de albañil y ella limpiando un colegio. Su vivienda estaba en un parking en donde los fines de semana hacían labores de mantenimiento. Poco se podía imaginar este matrimonio que parte de los ahorros fruto de ese duro trabajo acabaría en preferentes. Pero tras la pesadilla vivida al verse víctimas de este tóxico producto, ahora pueden respirar tranquilos. El titular del Juzgado de Primera Instancia número 14 de Vigo acaba de darles la razón y en una sentencia notificada esta semana condena a Novagalicia Banco a devolver a estos afectados los 30.000 euros que tenían atrapados, al declarar la nulidad del contrato. Ya asentados en Forcarei, esperan disponer pronto del dinero para seguir haciendo mejoras en su vivienda y "vivir con tranquilidad".

La historia se repite. Como muchos afectados, confiaban a ciegas en su entidad. Y en el director que les propuso "un plazo fijo". Pese a que estaban en Andorra, enviaban el dinero a su entonces banco de confianza por giro postal y fue en unas vacaciones en 2009 cuando firmaron el contrato. No escucharon la palabra preferentes. Todo lo contrario. Manuel quería una cartilla para poder tener bajo control sus ahorros y al final se la dieron: ponía "plazo fijo", destaca su abogado. Con el paso del tiempo, quisieron acceder al dinero para unas obras. Le dijeron que de esa cuenta no podía ser. Empezaron a desconfiar. Y al ver las noticias en la televisión sobre los problemas con las preferentes, supieron qué ocurría. Pero al final han ganado la batalla.