Un paquete de galletas, un bote de cacao, arroz y pasta, aceite, dos latas de atún, judías y una docena de huevos; si hay suerte... chuletas, si no una bolsa de congelados. No es la lista de la compra. No aquí al menos. Para las 480 familias que acuden a la Asociación Freixeiro de Ayuda al Necesitado (Afan) el contenido de las bolsas con comida que reciben decide -ni más ni menos- en qué orilla del hambre viven: la de quienes apuran la sopa pensando en el postre; o la de aquellos que ven cada plato con la inquietud de cuánto costará el siguiente. Ayer decenas de personas hacían cola a primera hora de la mañana a las puertas de Afán, en el número 44 de Pastora, con el carrito en la mano y la indignación cuajada en el rostro. Saben que el colectivo está colapsado y que, de demorarse aún más la ayuda de las Instituciones, se verá abocado a cerrar sus puertas en el plazo de un mes. Hortensia González, fundadora y presidenta de la ONG -creada en 1985-, se expresa con claridad desde las oficinas del bajo: "La situación es mala... El futuro se ve cada vez peor. Esperaremos hasta los fondos europeos del 16 de junio; si vemos que no hay nada, repartimos lo almacenado y echamos el cierre". Así de duro.

La muerte de la ONG adquiriría tintes de drama para los cerca de 1.500 vigueses que, según los cálculos de González, se favorecen del auxilio de Afan. Eleide Sousa acude a las puertas de la calle Pastora en busca de ayuda desde hace dos años. Tiene tres hijos -de 18, 15 y 13 años- y equilibrar los gastos sin los 13 kg de "la bolsa de Afan" se le antoja tarea complicada. "Las cosas se me pondrían muy difíciles... Para mí representan un apoyo muy grande", confiesa. A pocos metros asiente su hermana, Lucimar Sousa, también con un hijo de 14 años a su cargo. "Recibo el subsidio por desempleo, pero me da para el alquiler y poco más. Hace un año que solicité ayuda a la asistente social pero me la dieron aún para el mes de junio". De la ONG de Freixeiro valora sobre todo su "trato espectacular".

Yolanda Constantino, desempleada de 65 años, llegó a las oficinas de Afan en 2011. Sus dos años de experiencia haciendo cuentas para sacar lo más de lo memos le permiten ilustrar el valor de su ayuda. "En mi casa estamos mi marido y yo; la comida que recogemos aquí nos alcanza para aguantar al menos una semana". El dinero que recibe por sus trabajos como limpiadora y vendedora de mercadillo completan los ingresos. "Aquí el trato es muy serio y estricto", continúa Constatino para dejar claro que las 480 familias que reciben el amparo de Afan atraviesan una situación realmente complicada. "Si hay que salir a la calle para evitar que la ONG cierre, que nadie dude que saldremos", zanja. De opinión similar, Beatriz Gómez avanza que "se están recogiendo firmas para evitar que el colectivo muera". Su mérito está fuera de toda duda. "Yo vine hace casi 30 años y hace unos meses volví; siempre me recibieron con una sonrisa en los labios. Aquí son muy eficientes... En otras partes la ayuda se demora meses", anota antes de valorar que " responden a tu nivel de urgencia".

Entre las decenas de personas que ayer guardaban cola en la calle Pastora la indignación era un sentimiento general. "Resulta denigrante que lo cierren, están recortando en todo", lamenta Carmen Barrios, usuaria de Afan desde hace cinco meses, "Llevo año y medio solicitando el Risga (Renta de Integración Social de Galicia), pero me dicen que mis progenitores me pueden mantener", relata con una sonrisa amarga en los labios Barrios. Sus padres ya se hacen cargo de sus dos hijos, de 31 y 33 años, ambos en el paro, después de que la crisis truncara sus intentos por independizarse. Otro vigués sin reparo en mostrar su malestar por el posible cierre Afan es Arturo Cora, parado de la construcción. "Fue la asistente social la que me envió a esta ONG, que ahora cierre... me enfada". Una situación similar comparte Roberto Domínguez, también arrojado a las listas del Servicio Público de Empleo (Sepe) por el pinchazo del ladrillo. "Vengo desde hace dos años. Con la prestación por desempleo nos manteníamos, pero claro... Eso dura lo que dura y ahora los 400 euros no dan ni para cubrir los gastos. Cuando me enteré de que aquí te podían ayudar acudí; y es cierto, contribuyen a que te mantengas", relata Domínguez, padre de un niño de 10 años. "El Concello te remite a las oficinas de Afan pero ahora mismo somos demasiados".