La solidaridad de los vigueses se ha triplicado en los últimos seis años, pero no llega. La avalancha de personas sin recursos no cesa y los colectivos que prestan asistencia a diario alertan de que están al borde del colapso. Ya sea desde órdenes religiosas, organizaciones no gubernamentales o colectivos ciudadanos, todos coinciden en que están asumiendo la labor que deberían hacer las administraciones públicas y que la cruda realidad es mucho más dura de lo que dibujan cada día los políticos. Los datos que manejan asustan y tan solo cuatro de los principales agrupaciones dedicadas a la solidaridad atienden a una media de 30.000 personas, una cifra que se aproxima mucho al número de desempleados que hay en la ciudad y que representa el 10% de la población.

"Esto no se puede explicar, hay que verlo y ponerse en la situación de negarle ayuda a alguien que viene sin nada, ya no les queda ni la dignidad". Hortensia González ha sido la última en dar la voz de alarma. La organización que preside, la Asociación del Freixeiro de Ayuda al Necesitado (AFAN), está en serio peligro y el cierre acecha ante la falta de recursos. Otros colectivos de la ciudad subsisten adelantando el dinero a la espera de que se cumplan las promesas. "No podemos cobrar hasta que presentemos las facturas, es un sinsentido, nosotros no tenemos dinero porque vivimos de la solidaridad y, si lo tuviésemos, no lo pediríamos", señala Pedro Pereira, del Banco de Alimentos de Vigo. Concello de Vigo, Diputación de Pontevedra y Xunta de Galicia tienen convenios con la gran mayoría de asociaciones de ayuda, pero la "burocracia" obliga a prácticas que ninguno entiende. "No es posible que tenga que firmar 40 veces, perder el tiempo rellenando papeleo y más papeleo mientras la gente se amontona pidiendo las cosas más básicas", añade Hortensia González.

Ángel Dorrego, director de Cáritas en la ciudad, insiste en agradecer la colaboración que existe desde todos los ámbitos, aunque cree que el potencial de Vigo es mucho mayor. "Estamos encantados con la gente, pero en otros lugares las aportaciones cuadriplican nuestros números", señala antes de poner un ejemplo claro y concreto. "¿No existen en Vigo 2.000 familias con recursos suficientes para aportar 2.000 euros al año o 4.000 que puedan dar 100 euros al mes? Seguro que sí, verdad. Pues nosotros no las conocemos", apunta. Desde Vida Digna también pintan un panorama desolador. "Es muy difícil atender a todo el mundo, cada vez hay más necesitados pese a que la gente se esfuerza y ayuda", asegura Ángel Lozano.

"Vigo cronifica la pobreza"

Dorrego acumula muchos años de experiencia al frente de Cáritas y alerta de que el peligro es que "Vigo está cronificando la pobreza". Se refiere a que ahora es "más intensa y más extensa" al unirse los desempleados de larga duración con la gente que se está quedado sin ningún recurso.

"Son francamente momentos mucho más duros de lo que hacer ver los políticos y a veces observamos que ponen demasiado entusiasmo a la hora de analizar la situación de forma positiva", apunta Pedro Pereira. "Vivimos la solidaridad de forma brutal, enorme, de la gente que a través de operaciones kilo o iniciativas similares nos hace llegar su aportación", explica el responsable del Banco de Alimentos. Por su parte, Ángel Dorrego insiste en que la solidaridad "hay que vivirla" y que compartir "enriquece, no empequeñece".