El puerto exterior de A Coruña en Punta Langosteira no solo ha devorado ya mil millones de euros en ocho años de obras (casi 600 más de lo inicialmente previsto) y sigue inacabado, sino que algunos de los grandes proyectos empresariales anunciados parecen evaporarse, lo que, junto al extraordinario gasto en la infraestructura y las duras condiciones del mar en el enclave, siembra más dudas sobre su viabilidad. La compañía china Beijing 3E, que firmó hace un año un convenio con la Autoridad Portuaria coruñesa para estudiar la construcción de una planta de tratamiento energético de residuos, ha paralizado sin fecha la inversión, mientras que el gigante mexicano Pemex, la primera petrolera en facturación en Latinoamérica, también da largas a Langosteira. Su plan para instalar allí una base logística para Europa sufrirá, como mínimo, dos años de retraso. Hasta 2016 o ya bien entrado 2017 no estará en funcionamiento, según reveló ayer el presidente del Puerto coruñés, Enrique Losada, que el verano pasado se mostraba convencido de que no habría demoras en el desembarco de la compañía azteca.

La terminal de Beijing 3E en Punta Langosteira ocuparía 120.000 metros cuadrados, un 5% de la explanada, y supondría una inversión de 270 millones de euros. Allí pasarían a tratarse 900.000 toneladas de aceite anuales. El representante de la empresa en España, Marco Wang Shaoji, firmó hace un año en La Moncloa con Losada, en presencia de Mariano Rajoy, y del presidente de la Asamblea Nacional Popular de China, Wu Bangguo, el convenio para explorar la operación. Pero la compañía china no acaba de verla clara y queda, como mínimo, paralizada. El motivo, según explicó ayer Losada, es que Beijing 3E no tiene confianza en la economía del país. "El problema de fondo para no seguir adelante con el análisis de la operación es la situación de España a nivel internacional", aseguró.

"Los que tienen que proveer los fondos son ellos y lo harán en la medida en que vean las condiciones de confianza necesarias en la economía española. En estos momentos no les parece que existan", manifestó el presidente del Puerto, para agregar que "la situación ha mejorado, pero dista de ser la idónea".

Por si fuera poco el gigante Pemex no parece tener entre sus objetivos más inmediatos la instalación de su base logística para Europa en Langosteira. El inicio de las obras estaba fijado para este mismo año, y su operatividad para 2014 o 2015. Sin embargo no hay rastro de las obras en el puerto exterior y tampoco lo habrá a corto plazo. Losada se dio un periodo de "entre tres años y medio y cuatro" para que Pemex opere allí.

De momento ni siquiera ha iniciado los trámites ambientales, fase previa a la redacción del proyecto constructivo y posteriormente de ingeniería. Losada atribuyó la demora en el desembarco de Pemex a los cambios recientes tanto en el Gobierno mexicano como en la cúpula de la compañía petrolera.

La inversión china queda en el aire, y la centroamericana va a paso lento. Losada enfatizó que "la relación con Pemex es muy buena" y alega que "estas operaciones tienen su tiempo y han de ir quemando etapas". Para subrayar las intenciones de la petrolera de apostar por Langosteira recordó que la compañía entregó el aval para la concesión administrativa. Lo cierto es que el responsable del Puerto coruñés aseguró en agosto pasado que no habría sorpresas, y ayer reveló una importante al afirmar que al menos hasta finales de 2016 no funcionará Pemex en Langosteira.

Donde sí parece haber algún avance es en el traslado de Repsol, aunque la Autoridad Portuaria tampoco ofrece demasiados datos ni desvela con cuánto habrá que indemnizar a la petrolera por el cambio de ubicación. La última cifra que se dio fue de 110 millones. Losada no quiso concretar el coste y apuntó que existe un "acuerdo verbal" que, espera, se materialice por escrito "en breve".

Las obras en Langosteira arrancaron en abril de 2005 y no han dejado de acumular retrasos y sobrecostes. La financiación para completar la infraestructura ni siquiera está asegurada. Necesita un contradique de 1.300 metros para asegurar su operatividad y la seguridad de los buques que entrarían en la dársena. De momento, el gasto en la infraestructura supera los 1.000 millones.