Las tres décadas de sacerdocio que acumula a sus espaldas -tejidas entre sus responsabilidades en las parroquias de Santa Teresa y Nuestra Señora de Fátima- no le sirven a Juan Luis Martínez para templar su emoción. Tampoco el cargo de vicario general de la Diócesis que ejerce desde septiembre de 2012. Acaba de recitar el "podéis ir en paz" de la misa de mañana hace unos minutos; se pone al teléfono, saluda y con tono quebrado reconoce: "Estoy asombrado de la cantidad de fieles que he visto hoy en la iglesia de Fátima... El templo estaba lleno". La jornada no había hecho más que empezar. Vigo lució ayer su fervor mariano. Lo sacó a la calle y demostró que, aunque la Virgen se apareció en Cova da Iria, a más de 300 kilómetros de las Rías Baixas, su mensaje cala con fuerza. La procesión de la tarde concitó en las calles, un año más, a una multitud de creyentes.

El porqué es evidente para Martínez. Claro como la tarde que acompañó el paseo de la imagen por Vigo. "Es la Virgen; los fieles la perciben muy cercana y hoy, de una manera muy especial, la gente necesita sentir esa proximidad", reflexiona el sacerdote. Y es que las dificultades y preocupaciones que pesan sobre los hogares no pasan de largo por el santuario. Los devotos cargan con ellas y buscan en María consuelo y paciencia. "La Virgen es madre, y eso, esa sola palabra, ya mueve de por sí... ¡Pero es que además es la madre de Dios! Eso hay que entenderlo", lanza el sacerdote de Fátima al otro lado del hilo telefónico.

Junto a los cientos de creyentes que formaron la procesión por Travesía de Vigo y Urzáiz, la otra gran muestra de la querencia de la ciudad por la Virgen de Fátima es que la misa previa la ofició el obispo de la Diócesis, Monseñor Luis Quinteiro Fiuza. Entre los asistentes a la celebración había también varios representantes de diferentes grupos de la Corporación local. No faltaron tampoco las velas y cirios con los que los devotos iluminaron su paso por los barrios de la urbe desde Vía Norte.

El compromiso de la parroquia con la Virgen no se limita a la procesión de mayo. Martínez recuerda que, a lo largo del año, los vecinos realizan varias visitas programadas al santuario luso donde -relata la historia- María se apareció en 1917 a los niños pastores Lucía dos Santos y sus primos Jacinta y Francisco Marto. Cada octubre se conmemora un episodio similar. En esta ocasión la parroquia celebra además la primera década de vida de la Archicofradía Nuestra Señora de Fátima-Vigo, que reúne en la ciudad a cerca de 600 devotos. En las últimas semanas organizó actos para festejarlo.