El ejército de Napoleón cede ante el empuje del pueblo. La capitulación de los franceses se trasladó este año a la dársena del Náutico, donde miles de vigueses asistieron entre vítores y gritos de "libertad" a la conmemoración de la Reconquista de Vigo el 28 de marzo de 1809. Armados con aperos de labranza y grandes estacas, los apenas tres mil habitantes que hace dos siglos ocupaban la villa se alzaron contra el enemigo y recuperaron su independencia después de meses sitiados y sin apenas alimentos para la población local. La ciudad revivió ayer su mayor gesta y rindió homenaje a los héroes de aquella jornada histórica.

Casi medio millar de personas participaron en la teatralización de los episodios cruciales de la batalla que erigió a Vigo en el primer territorio español liberado. El carácter luchador que decidió aquella desigual batalla volvió a sentirse ayer en las calles del Casco Vello. El público pudo disfrutar un año más de la celebración organizada por la asociación de vecinos del barrio gracias a la tregua que ofreció la lluvia. Las nubes amenazaban con deslucir la tarde, pero al final las miles de personas reunidas desde Porta do Sol hasta Montero Ríos pudieron participar de la historia y hacer suyo el grito de guerra de la Milicia Honrada viguesa: "Ós franceses, ímoslle dar".

La hazaña empezó a escribirse en Porta do Sol gracias al relato del ciego Casimiro, quien puso a los asistentes en situación y los trasladó con su zanfoña al siglo XIX. Los campesinos esperaban en el mercado y las tabernas la entrada del ejército francés a cuya cabeza cabalgaba Chalot. Los tambores anunciaron su entrada en la plaza y los vigueses estallaron en un gran estruendo al divisar la bandera francesa.

"Fuera gabachos" coreaban mientras se producía la retención del alcalde Vázquez Varela y Chalot proclamaba la ocupación de la villa. El regidor recordó entonces que apenas dispone de 300 hombres útiles, algunos inválidos y a las mujeres que arengadas por Aurora se sumaron a la lucha.

En Porta do Sol se representaron los episodios más destacados de la expulsión incluido el asesinato de tres vigueses en la taberna de Xoana Rial, que fue determinante a la hora de propiciar el alzamiento popular. "Estoy dispuesto a dar la vida por la defensa de esta villa. ¿Queréis venir conmigo?", preguntó Carolo a un público por entonces ya entregado que se sumaba a la contienda entre gritos más contemporáneos de "a por ellos".

La lucha comenzó con el asalto a la Puerta de Gamboa, una de las ubicaciones donde se arremolinó más gente para ver a las mujeres echando abajo las defensas del ejército napoleónico. En los incidentes reales fueron docenas los campesinos y marineros que cayeron en esta sangrienta batalla en la que el pueblo vigués luchaba con piedras y herramientas de labranza contra certeros fusiles que segaron la vida de la población local. El marinero Carolo fue de los primeros en caer y uno de los protagonistas que más cariño despierta entre el público, que una vez caída la Puerta de Gamboa avanzó tras los campesinos mientras los franceses planeaban su retirada casi una hora después de iniciada la representación. Con el apoyo de los portugueses y el liderazgo de la milicia en manos ahora de Cachamuíña empezó a tejerse la victoria por la independencia entre cánticos y proclamas de "viva Vigo".

El despertar del pueblo puso contra las cuerdas al ejército francés y Chalot ordenó la retirada. "Os franceses expulsados pola Portiña da Laxe, embarcan nun veleiro para marchar de viaxe". Con esta ironía cantó el ciego Casimiro los instantes finales del enfrentamiento cuyo desenlace se revivió este año en la dársena del Náutico. Sobre un pantalán se desarrollaron los instantes finales de la rendición de los franceses en presencia de todo el pueblo y con el sonido de tambores y cornetas anunciando la expulsión. Los muros de Montero Ríos y el espigón se convirtieron en una platea improvisada para seguir la salida de los galos y celebrar la victoria entre gaitas y bailes. Fueron necesarias dos embarcaciones para alejar de un Vigo ya liberado al medio centenar de franceses. La ciudad celebró su éxito con una traca de fuegos y regresó a la modernidad para seguir disfrutando de la verdadera fiesta en el Casco Vello.