"Antes cuando un pino caía se pudría en el monte. Había que quitarlo. Hoy no; a la semana ya no lo ves". La crisis, explica José Rodríguez -presidente de los comuneros de Beade-, ha llegado al monte. Eso sí, con un rostro amable. El deseo de ahorrarse el gasóleo para calderas anima a la gente a dirigir su atención al inmenso "mercado natural" donde el combustible luce en troncos y copas. Prueba del cambio es que, durante el último año, las comunidades de Vigo constatan un incremento notable de las familias que demandan leña. "Desde hace dos años el número de peticiones se ha multiplicado", resalta Doro Piñeiro desde Valladares. Su compañero de directiva, José Cabezas, concreta que "de las 15 o 20 personas que venían antes a lo largo del año para conseguir leña hemos pasado, ahora, a entre 50 y 60". Solo en Beade el número de vecinos que llaman a la directiva para encargar tractores de madera roza el centenar. En todos los casos es necesario disponer de un permiso de la comunidad.

"Claro que se nota, viene mucha más gente que antes", apunta Uxío González, responsable del colectivo de Saiáns y de la Mancomunidad de Montes. En su opinión no es descabellado hablar de que los vecinos que visitan el bosque en busca de leña se cuentan ya por "cientos" . La razón es aplastante: el litro de combustible para calefacción en la ciudad roza según el Ministerio de Industria, Energía y Turismo los 1,127 euros; por un tractor cargado de madera se cobra -en función de si se es o no comunero, la cantidad de material y si se quiere ya apilado, cortado o incluso con los tarugos partidos- entre 10 y 150 euros. "Las familias se pasan a calderas mixtas o estufas de madera", abunda González. Surge entonces la necesidad de atesorar los leños y ramas para el fuego.

"Hace unas semanas estuvimos limpiando un árbol y las ramas se vendieron en el mismo sitio; sin llevarlas si quiera a la nave", apuntaba Luis Rodríguez, de Cabral, a principios de mes. De la misma parroquia, Claudio Cameselle matiza que siguen siendo pocos los que requieren leña. En Candeán el cambio de tendencia animó a la comunidad a dotarse de un servicio que permite abastecer del preciado combustible a los vecinos. Las opciones van desde acudir al bosque para trabajar la madera asignada o recibirla ya lista para la caldera. "Estamos desbordados", lanzaba hace varias semanas Óscar Domínguez, de la directiva, para resumir el éxito de la idea: "En solo dos meses llevamos 30 tractores de leña". "Siempre venían tres o cuatro a pedirla; pero ahora se nota mucho más". Desde San Miguel de Oia, Manuel Giráldez, constata el "boom" de las peticiones. "El aumento es del 50%", explica para recordar a renglón seguido que las toneladas de madera repartidas se han multiplicado por tres. Los troncos y ramas que más se entregan en la mayoría de los casos son los que provienen de la acacia negra, una especia que centra los trabajos de control en varias parroquias.