Desde que el pasado diciembre lanzó la campaña a favor del indulto de su hijo, Edmundo Reboredo vive pendiente del teléfono. A través del auricular cierra entrevistas con la prensa o encuentros como el que la semana pasada mantuvo con el vocal de la comisión de Justicia del Parlamento, Jaime de Olano. Ese hábito le deparó el lunes una sorpresa que llevaba meses esperando. A las ocho de la mañana David telefoneaba a casa para anunciar que le habían concedido un segundo grado "flexible". Necesitaba que fuesen a buscarlo A Lama porque -les avanzó-, a la espera del indulto final, cumplirá los dos años que le restan de pena en el CIS Carmen Avendaño.