El edificio viejo de los juzgados resulta más viejo desde finales del año pasado. Desde entonces permanece averiado uno de los dos ascensores que da servicio a los 297 trabajadores de los 19 juzgados. El problema, lejos de solventarse, ha ido en aumento, hasta el punto de que actualmente solo funcionan dos de los cinco elevadores diponibles en el edificio de cinco plantas. La situación, que provoca constantes quejas de los ciudadanos en información, fue trasladada a la Xunta en repetidas ocasiones con el fin de que realice obras urgentes -la última en la reunión de la semana pasada entre el juez decano y Alfonso Rueda-.

Las personas que cada día asisten a la media de cien juicios que se celebran en este edificio solo disponen de un ascensor operativo, después de haberse averiado su gemelo de la entrada. El resultado es que para acceder a trece juzgados de Primera Instancia o a los cinco de lo Social solo tienen dos opciones: o guardar cola o subir a pie hasta cinco plantas. El colapso es todavía mayor de lo que sería normal en estas circunstancias porque los funcionarios se ven obligados a emplear también este elevador después de que en enero se averiasen los dos reservados para ellos. Solo las personas que deseen subir o bajar del ático, donde se encuentra el Juzgado Mercantil, son ajenas a este problema, ya que este sí funciona.

El juzgado transmitió la situación a la Xunta hace meses, sin obtener todavía una respuesta. La semana pasada, en la reunión que el juez decano Germán Serrano mantuvo con el conselleiro de Presidencia para tratar el traslado del servicio de notificaciones y embargos al Casco Vello, éste reiteró la situación de los ascensores y añadió otras peticiones urgentes. Entre estas últimas se encuentra la necesidad de un sistema de grabación en la sala de bodas para que se pueda emplear también como sala de vistas, el cambio de la puerta del garaje -actualmente averiada- o el cierre de determinados huecos para que puedan servir para almacenar piezas de convicción -objetos intervenidos-.

Larga lista

El problema de los ascensores es uno más en la larga lista de déficits de los edificios de la calle Lalín. Desde la falta de sillas hasta los minúsculos despachos de muchos fiscales, donde apenas caben una mesa y una silla, o la sede del Colegio de Procuradores, donde tropiezan unos con otros.

Las salas creadas en los últimos cuatro años ya obligaron a echar mano de soluciones imaginativas que supusieron el sacrificio de servicios como una biblioteca o la habilitación de los nuevos tribunales en un ático que antiguamente era vivienda o en un semisótano sin casi luz natural. Estos dos últimos casos hacen referencia al Mercantil y al nuevo Juzgado de Primera Instancia 14. Su reducido espacio les impide contar con sala de vistas y tienen que ir a la del Registro Civil.