Una nueva técnica que prolonga la vida útil del pescado desde su captura hasta su comercialización. El CSIC a través del Instituto de Investigaciones Marinas (IIM), la Cooperativa de Armadores de Vigo (ARVI) y la Universidad de Santiago (USC) presentaron ayer este nuevo método que añade ácidos orgánicos naturales al hielo para mejorar la conservación de especies marinas capturadas en lugares muy alejados y que pueden tardar hasta dos semanas en llegar al puerto de destino.

La investigación comenzó en diciembre de 2010 y se centró en el gallo y la merluza tomando como referencia el caladero de Gran Sol, uno de los más importantes para la flota gallega a la que se intenta ayudar mejorando la calidad de su carga pesquera. Ahora bien, los participantes aseguran que los resultados "podrían extenderse en el futuro a otras especies e incluso a la actividad en tierra siempre que se revisen los niveles de concentración empleados y se ajusten a cada tipo de pescado", avanza Santiago Aubourg, profesor de investigación del CSIC.

El proyecto financiado por la Xunta y cofinanciado por ARVI tiene por objetivo "que el consumidor disponga de pescado proveniente de regiones remotas en las mejores condiciones posibles" y se consigue con una nueva estrategia que "empleando el hielo tradicional como base, lleva incorporado ácidos orgánicos naturales -cítrico y láctico- conocidos por sus propiedades antimicrobianas y antioxidantes", señala Aubourg.

El CSIC califica los resultados de "altamente satisfactorios". "En dosis bajas y controladas estos componentes son completamente inocuos y no producen alteraciones en el pescado", defiende el investigador sobre un sistema de conservación novedoso que resultó especialmente efectivo en el caso de la merluza y que ha logrado un aumento de cuatro días en el tiempo de vida útil de las especies analizadas. Dar con los valores exactos de ácidos en el tratamiento fue el reto más importante al que se enfrentaron los científicos pues por encima de ciertos niveles de concentración se alteraban algunas partes de los ejemplares, sobre todo los ojos y la piel.

El equipo realizó experimentos en los laboratorios situados en Vigo y Lugo durante unos 15 meses y también un exhaustivo trabajo de campo en alta mar para evaluar la calidad del pescado tratado con esta nueva técnica desde el punto de vista sensorial, microbiológico y químico.

"Su aplicación en la industria pesquera beneficiará al consumidor, que dispondrá de un producto con menor pérdida de frescura y mayor calidad, así como al sector extractivo, que podrá aspirar a precios más competitivos", valoran conjuntamente los tres promotores de la iniciativa: CSIC, USC y ARVI.

Actualmente tienen en marcha otros dos proyectos para potenciar la utilización de la langostilla refrigerada y congelada procedente de Gran Sol, una especie hasta ahora infrautilizada, y otra investigación también vinculada al sector pesquero para emplear extractos de algas del litoral gallego en los plásticos que se utilizan en la conservación del pescado a bordo de los barcos antes de la descarga. Este grupo de trabajo está también financiado por la Xunta.