Fernando Bouzas cuenta con los dedos de una mano los días que ha trabajado desde 2011. "Ese año me llamaron para hacer una sustitución de medio mes, pero al final fueron solo dos días", recuerda este brasileño de 46 años -reside en Galicia hace 12-. Desde entonces solo se ha vestido el mono de faena en enero, cuando el temporal "Gong" barrió los tejados de su barrio y le pidieron que ayudara a repararlos.

Su campo es sin embargo la electricidad. "Antes de la crisis trabajé cinco años en ese sector. En 2008 me quedé en el paro y acudí a la ETT, no veía otra salida para encontrar un empleo", recuerda. Gracias a ella entre 2008 y 2009 trabajó en la automoción.

Hace algo más de dos años de eso. "Si no fuera por mi familia y mi casa me marcharía, pero toda mi vida está aquí" -se sincera Bouzas- "Antes salía ilusionado con mi currículo; pero ahora sé que no te abren ninguna puerta".

Manuel Delgado - 53 años

"Sí se se nota el cambio de perfil de quienes buscan empleo. La gente que trabajaba hasta ahora tenía entre 40 y 50 años; pero ahora sus empresas cierran, ellos terminan en la calle y se ponen a buscar". La experiencia de Manuel Delgado, de 53 años, en el empleo temporal -dos décadas- le permite corroborar la transformación de quien demanda trabajo desde las ETT. "Pero, aunque nosotros ofrecemos más experiencia, las empresas prefieren a los jóvenes", lamenta este vigués.

En los buenos tiempos Delgado encadenaba contratos cada pocos meses. Así consiguió experiencia en sectores tan diversos como el transporte, la construcción o la automoción. "Pero ahora está todo parado... no encuentro nada", lanza para recordar a renglón seguido que lleva en las listas del SEPE -Servicio Público de Empleo- desde octubre. "Trabajaría de cualquier cosa", zanja.