Por fin el Consejo Superior de Aeronáutica decidió el emplazamiento de los dos aeropuertos nacionales en Galicia y ello mereció noticia destacada el 1 de marzo de 1928, porque Vigo salía claramente beneficiado. Efectuado el estudio por la comisión de técnicos el Consejo, la decisión fue que la instalación del aeropuerto marítimo nacional de Galicia se efectuara en la ensenada de San Simón, próximo al punto en donde la aeronáutica naval, en la playa de Cesantes, tenía previsto construir sus instalaciones. Y que se instalase el aeropuerto nacional de Galicia en las Gándaras de Budiño, término municipal de Porriño, Pontevedra.

Y que en su día, cuando el desarrollo de las líneas aéreas lo aconsejara, podrá trasladarse, efectuando para ello las obras de relleno y explanación necesarias, a las inmediaciones del aeropuerto marítimo nacional, situado en la playa de Cesantes, término municipal de Redondela, provincia de Pontevedra.

El Consejo acordó también que el puerto de La Coruña se habilite para la hidroaviación. "Y en su día, cuando exista allí un terreno apropiado para su utilización en la aeronáutica, se haga su señalamiento como aeropuerto particular, de carácter regional, si llena las condiciones necesarias a esta clase de Instalaciones".

Decisión memorable

Desde el periódico se calificó de memorable la decisión del Consejo y se recordaba que Galicia era el punto más avanzado de Europa en el Atlántico; la mano de España que se tiende hacia las Américas que España descubrió. Y desde ese descubrimiento, la importancia comercial y militar de Galicia se redobló extraordinariamente.

Pero se reconocía también que Galicia tiene más de nueve mil kilómetros cuadrados de superficie; tiene costas muy extensas, con rías y puertos de mucha importancia; ciudades que contribuyen con su vida urbana y con la potencia de sus industrias y de su comercio al sostenimiento de la nación; campos feraces y navas donde la vista se tiende como en un mar; tiene montañas y valles... Y la duda era qué punto elegir, para la implantación de tales servicios.

Vinieron los técnicos y los aeroplanos militares cruzaron el cielo gallego avizorando desde lo alto y hecho el estudio de los técnicos se consideró que de las cuatro provincias gallegas, la de Pontevedra había sido la elegida.Y en toda la provincia, la comarca de Vigo fue la gran beneficiada porque "aún cuando ni el aeropuerto nacional terrestre ni el naval hayan de enclavarse en el área municipal de Vigo, no han de estar tan distantes de esta ciudad, para que no los incluyamos en la comarca de nuestra urbe".

Para el primero se eligió "aquella vasta llanura que nadie ni nada utilizó hasta ahora, como esperando el día, que había de llegar, de darle utilidad tal. Ni más extensa, ni más llana ni más asequible hay otra en Galicia. A pocos kilómetros del puerto vigués, cruzada por carretera y por ferrocarril".

Y tenía otra ventaja más para el Estado, y era la de que aquellas navas son suyas. No había que tratar de su adquisición con nadie, ni carga censal que redimir para utilizarlas, ni derecho de discutir con nadie sobre su propiedad.

Y en la ensenada de San Simón, ocurría otro tanto. El lugar elegido es la playa de Cesantes, aquella extensión arenosa de Os Tras. Del Estado es también. Y a sus pies la llanura más extensa todavía del amplio mar, un lago con una salida, que es el angosto, histórico y famoso estrecho de Rande.

Hubo alborozo y bombas de palenque en Porriño, a quien pertenecen las gándaras de Budiño al recibir la gran noticia. Vigo también se regocijó cuando por medio de las pizarras del FARO, se enteró del contenido del importantísimo telegrama que transcribía la Real orden. Al final no se hizo ninguno de los dos, como es evidente.