Mantequería Arjeriz es el ultramarinos más antiguo que permanece en activo en la ciudad, aunque en sus estanterías ya no se observa la variedad de productos que caracteriza a estos establecimientos. Fue precisamente la especialización la clave de su éxito, según explica su propietario Juan Antonio Marcote. "Con la llegada de la democracia y las grandes superficies, supimos que especializarse era la única solución para sobrevivir, pero mucha gente no lo quiso ver", recuerda y añade: "aguantaban hasta que se jubilaban, se morían o se arruinaban".

Esta tienda de la calle Carral abrió en los años 20 bajo el nombre de La buena medida y estuvo en manos maragatas hasta que los hermanos Rodríguez López (creadores de Larsa en 1947) la compraron en la década de los 30 para distribuir sus quesos fabricados en la Granja Arjeriz. Los lácteos compartían espacio con productos de lo más variado. Ahora siguen teniendo un poco de todo, pero en la trastienda, para poder atender a los clientes mayores de la zona que han comprado allí toda su vida.

Cuando Marcote pasó de ser empleado a propietario decidió poner el énfasis en la venta de licores y vinos, el departamento del que había estado al cargo hasta el momento. Eso los salvó de la debacle generalizada que sufrieron poco después estos comercios. "No se gana como antes, pero se vive bien", reconoce y destaca que es "una excepción" en el gremio. Cuando decida retirarse, sus hijos le sucederán.

También Alimentación Verín tiene descendientes interesados en darle continuidad. Y es que el que fue el primer ultramarinos autoservicio en la zona de Teis (abrió en 1972), "nunca se ha resentido" con la competencia de las grandes superficies, según asegura su propietario, Manuel Barreira. Su secreto: ofrecer al cliente un producto diferenciado, de calidad y difícil de encontrar en otros establecimientos. "Si quieres uvas pasas en racimo en Vigo, tienes que venir aquí", ejemplifica y añade: "También viene mucha gente por el jabón portugués; incluso nos llamaron desde Madrid para que le enviáramos una caja".

Su mayor reclamo son los artículos de elaboración artesanal frente a los "industriales de las grandes superficies y subraya que la gente vuelve a apreciar los sabores tradicionales. Así, en su establecimiento de Sanjurjo Badía se siguen vendiendo, por ejemplo, legumbres a granel. También prima que la procedencia sea gallega y selecciona aquellos orígenes más valorados.

Manuel sabe lo que busca su clientela y donde encontrarlo, pero conseguirlo lleva muchas horas. "Hay que levantarse a las cuatro de la mañana para poder tener todo fresco", describe y asevera: "La tienda es muy esclava. O te gusta mucho o abandonas".

A él le encanta. Lo lleva en la sangre. De hecho, su madre, Josefa, lo alumbró en la misma tienda que hoy regenta. Sus progenitores fueron unos innovadores que cambiaron la tradicional disposición de los ultramarinos eliminando el largo mostrador y permitiendo el autoservicio, como anticipo de lo que luego serían los supermercados.