No ha sido el boletín Glaucopis más difícil de publicar; pero sí, reconocen desde el Instituto de Estudios Vigueses -IEV-, uno de los que figurará con trazo grueso en sus anales. Por coincidir con la inauguración de su nueva sede, en la antigua Escuela de Hostelería. Y, sobre todo, por marcar el carpetazo definitivo a una etapa "dura" que se abrió con el abandono del edificio Asefal y durante la que la emblemática entidad se sumió "en casi un parón de actividad".

"Con este boletín recuperamos nuestra dinámica y volvemos a la normalidad", apunta Fernando Costas Goberna, investigador y uno de sus colaboradores. El anuario -el número 17- comparte con sus predecesores el título Glaucopis, un guiño a la diosa helena Atenea "glaucopis" a la que -ahora más que nunca- se encomienda el saber para sortear la crisis. Entre los artículos del anuario destaca un trabajo de Ceferino de Blas sobre la década dorada del columnismo olívico a través de las páginas de FARO DE VIGO.

"La cultura se entiende muchas veces como un lujo no necesario", lamenta Juan Carlos Abad, presidente del IEV. Quien lleva las riendas desde hace poco más de un año no oculta su satisfacción por el rumbo que encara el Instituto. En diciembre de 2011 -con la ayuda del Concello- el colectivo comenzó su traslado desde las oficinas que ocupaba en el Asefal a las nuevas de Cánovas del Castillo. Queda pendiente ahora dotarse de personal para responder a la demanda de investigadores.

"Tenemos peticiones para visitas y también la consulta de nuestro material, pero de momento solo abrimos cuando podemos nosotros", explica Abad. El IEV ultima ahora la instalación de su equipo y la ingente biblioteca, nutrida con 12.000 volúmenes y el material fílmico y fotográfico que durante años atesoró en sus dependencias de Elduayen.

Muestra de la frescura del Glaucopis es que incluso su presentación se vio tocada por la actualidad. El arranque del acto, que iba a asumir en un inicio el alcalde, Abel Caballero, tuvo que encabezarlo Juan Miguel González -colaborador del IEV- al estar el regidor en el pleno de la tarde. Durante su intervención, González -que analiza en el anuario la Corporación viguesa que convivió con la bicentenaria Constitución de Cádiz- recordó el valor del libro. "Glaucopis es nuestro buque insignia, una experiencia única en Vigo y, como decía un antiguo presidente del Instituto, el brazo armado cultural de la ciudad", lanza el investigador. Ayudan a ese rango, detalla, su "amplitud de miras", la "continuidad" -roza ya las dos décadas- y la "diversidad" de temas que aborda.

"Es además una forma de abrir el Instituto a todos aquellos que desean conocer la historia de la ciudad", concluye González. También Costas Goberna saluda la publicación; sobre todo después de una etapa "complicada" en la que el IEV tuvo que echar a andar sin el "paraguas" de la Fundación Provigo -ambas se desvincularon el verano de 2011- y "adoptar entidad jurídica propia". "Fue duro pasar por esa fase pero se ha ido resolviendo; el apoyo del alcalde ha sido fundamental", reflexiona.

En Glaucopis, Goberna participa con un artículo sobre el papel que desempeñó el Monasterio de Santa María de Oia en la protección del litoral de ataques por mar entre los siglos XVI y XVIII. "En 1624 llegó a salvar a dos barcos gallegos que eran perseguidos por los berberiscos", recuerda el erudito vigués antes de detallar que el recinto religioso de Oia "llegó a disponer de 11 cañones y, su abad, del rango de general". Ayuda en las investigaciones la toponimia de su entorno costero.