Los análisis de los huevos de la colonia de gaviota patiamarilla en Islas Atlánticas realizados desde 2009 por investigadores del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua-CSIC señalan una presencia ambiental de sustancias tóxicas menor que en el parque nacional de Cabrera, Chafarinas y Delta del Ebro. Sin embargo, los últimos resultados también han reflejado elevadas concentraciones de mercurio procedente de la industria cloro-alcalina -sector al que pertenece Ence-Elnosa- y que solo son comparables a los obtenidos en el Ebro. Por este motivo, los expertos del centro catalán han añadido este elemento a la lista de sustancias contaminantes cuyo rastro continuarán persiguiendo hasta 2015 en el marco de un nuevo proyecto financiado por Medio Ambiente hasta 2015 con 67.000 euros.

Más de 200 propuestas competían en la convocatoria de este año y solo 22 recibirán fondos del ministerio, que acaba de conceder la mejor valoración al proyecto dirigido por Silvia Lacorte. El suyo es también el único de los 12 vinculados a Islas Atlánticas que ha sido seleccionado. "Me siento muy afortunada porque ha sido bien evaluado científicamente y tenemos una interacción magnífica con los responsables y los técnicos del parque", agradece.

El proyecto, que también se desarrollará en las islas Chafarinas, continuará con el análisis de los huevos, y además se ampliará con el estudio de muestras de la dieta de las gaviotas, el agua y los sedimentos. Todo ello permitirá contar con una base de datos única en España y elaborar un mapa de distribución espacial y temporal de las fuentes de contaminación. El objetivo final es facilitar la adopción de medidas de contención por parte de las administraciones y los gestores de los parques.

Lacorte regresará a Vigo la próxima primavera para recoger los primeros huevos, los que más contaminación reciben de la madre, en nidos de Cíes -San Martiño y Monteagudo-, Ons y Sálvora.

Ya en el laboratorio, buscarán la presencia de mercurio, metilmercurio y los 71 contaminantes orgánicos persistentes (COPs) incluidos en el Convenio de Estocolmo, como son los pesticidas organoclorados, los compuestos perflorados o las dioxinas y furanos.

Las mismas sustancias se rastrearán en las muestras de agua superficial recogidas en las desembocaduras de las rías, zonas de vertidos o efluentes de las depuradoras, así como en peces y en sedimentos del entorno de las islas y la zona costera continental.

"Gracias a este proyecto contaremos con una serie temporal de COPs durante siete años que ya nos permitirá establecer tendencias y constatar si las condiciones mejoran o empeoran, lo que indicaría si las medidas que se toman están siendo efectivas o no. Por lo que hemos visto desde 2009 hasta ahora en Islas Atlánticas los niveles se mantienen, lo que indica que la contaminación es residual", explica Lacorte.

Como país firmante del Convenio de Estocolmo, España debe informar de la presencia de niveles adecuados de contaminantes orgánicos persistentes. Muchos de ellos fueron prohibidos hace años pero son bioacumulables y permanecen en el ambiente transfiriéndose a la cadena trófica. "A las gaviotas no les afecta esta contaminación, pero hay especies de aves mucho más vulnerables como el cormorán moñudo a las que sí les podría estar perjudicando", añade Lacorte.