Desde finales del siglo XIX, el tráfico marítimo había experimentado un incremento muy notable, con trasatlánticos de cada vez mayor porte que surcaban estas aguas haciendo escala en el puerto de Vigo para recoger a miles de pasajeros rumbo a América.

El antiguo faro de cuarta categoría, construido a pie de mar en 1862, se venía mostrando insuficiente y urgía la construcción de uno nuevo, esta vez de primer orden, que estaría situado en una cota más elevada para ofrecer mayor alcance.

En 1866 se inauguró el Faro Silleiro, situado en el Cabo del mismo nombre. El primer combustible que utilizó fue una lámpara de mecha de aceite vegetal y en 1909 pasó a funcionar con una lámpara de petróleo. En agosto de 1924 se inauguró el nuevo edificio que albergaría el faro a 85 m. en lo alto de la montaña.

En las reseñas de prensa se señala que la Jefatura de Obras públicas de la provincia efectuó las pruebas del aparato óptico que se había montado en el nuevo edificio del Faro de Silleiro, dando todo ello un resultado satisfactorio "y empezando anteanoche mismo a prestar servicio para la navegación".

El material más moderno

El aparato óptico y la lámpara que lo iluminaba eran los más perfeccionados y de mayor potencia que se construían, siendo la óptica de 2 metros de diámetro y 3 metros de altura, y el foco luminoso un quemador de incandescencia de vapor de petróleo a presión de 100 milímetros de diámetro que produce intensidad luminosa de 2.7O0 bujías, que es el mayor que se ha empleado en España y en el extranjero.

La apariencia del faro era de grupo de dos relámpagos seguidos de un relámpago aislado. La intensidad de estos relámpagos era de 330.000 bujías, viéndose el faro a 33 millas de distancia.

Este aparato iba encerrado en una linterna circular de 370 mms. de diámetro con montantes helicoidales "que interceptan menos los rayos emitidos por el aparato que los que se empleaban antes, de montantes rectos y proporcionan una construcción más rígida y más esbelta.

El aparato óptico se había construido en Berlín y la linterna en España, en los talleres de La Maquinista Valenciana.

Pontevedra se sentía orgullosa de tener el alumbrado de sus costas y rías tan perfectamente iluminado y balizado como pueden estarlo las costas inglesas y francesas y agradecía los trabajos que la Dirección de Obras públicas y el Servicio Central de Señales Marítimas realizaron "para que deje de tener fundamento el denominativo que apellida á estas costas Costas de la muerte.

Un accidente, la caída de un quinqué, provocó un incendio, el 22 de diciembre de ese mismo año, que inutiliza el faro temporalmente y en el que resultaron con heridas los dos torreros. Para paliar la falta de servicio en la zona, se recurrió al viejo faro, cuyo encendido permitió, a pesar de las dificultades, seguir guiando la navegación en la bocana sur de la ría de Vigo. Un nuevo incendio afectó a las instalaciones destruyendo suministros, y hasta el 13 de julio de 1925 no se restablecería en el faro nuevo, esta vez, hasta la actualidad.

De la situación se hizo eco la prensa señalando que empezaba a lucir la luz nueva del cabo Silleiro, "continuando la luz antigua hasta el día 18, que será apagada".

Estación meteorológica y registro de oleaje

El faro de Silleiro ha merecido espacio propio en la serie Efemérides de la página web del Puerto de Vigo. En ella, Beatriz Bruna destaca que la segunda revolución tecnológica llegó al faro de Silleiro de la mano de la electricidad.

La señal sonora de niebla, la sirena, había nacido ya alimentada por electricidad a través de un grupo electrógeno, mientras que el faro, hasta entonces funcionando con petróleo, fue electrificado en 1932.

Silleiro continuó modernizándose y ampliando sus servicios. En 1955, su óptica fue mejorada con un juego de seis lentes a fin de producir un haz aéreo de 70º sobre la horizontal, visible por los aviones a 20 kms. de distancia.

En 1959, su servicio de ayuda a la navegación se vio incrementado con la instalación de una estación meteorológica, y en los 80 se le dotó de una estación de registro del oleaje, estación que recoge datos de una boya fondeada a milla y media del faro y que ha llegado a registrar olas de hasta 14 metros de altura.