Hasta finales del siglo XIX, el mar llegaba hasta los soportales de las casas, que se reflejaban en la lámina de agua, pero la Memoria de la Junta del Puerto de 1890 es contundente y dice que "en la Ribera del Berbés falta en absoluto todo medio de embarque y desembarque para el gran movimiento que allí se realiza, tanto de viajeros como de mercancías. Carécese también del necesario abrigo para las embarcaciones de pesca y falta en tierra espacio para realizar las operaciones que exige el desembarque, venta, limpieza, empaque y carga de las grandes partidas de pescado que se remiten por el ferrocarril y que a su gran cantidad, reúne la circunstancia de ser un servicio que ha de realizarse a hora fija. A veces es cuestión de pocos minutos que un lote de pescado pueda alcanzar el tren o no, con lo cual en ocasiones la mercancía pierde todo su valor".

Se decía, además, que "los trabajos que se realizan en los soportales y en la propia playa provocan un hedor insoportable".

Unos años, antes, en 1880, se había promulgado la Ley de Puertos que declaraba al de Vigo de interés general de primer orden, estableciendo que las obras serían costeadas con cargo a los presupuestos del Estado. Y en noviembre de 1881 se constituye la Junta de Obras del Puerto como instrumento para acometer la construcción del Puerto.

En 1894

La situación que se vivía en O Berbés hizo necesaria la construcción de alcantarillado, una dársena y un muelle. En 1894 se aprobó el primer proyecto para atender las urgentes necesidades del puerto pesquero, que comprendía dos diques muelles y un muro de ribera a ocho metros de los soportales de las casas de los pescadores, del que arrancaban tres rampas para facilitar las descargas y las varadas de embarcaciones.

Con el muro de ribera se pretendía conseguir una plataforma para mejorar la circulación y aumentar el espacio disponible para realizar la primera venta y otras operaciones y evitar que el mar entrara en los bajos de las casas de los pescadores los días de temporal con mareas vivas.

Las obras acabaron en 1903, cuando el gran desarrollo de la flota había sobrepasado todas las previsiones, porque la actividad pesquera de Vigo había experimentado un crecimiento extraordinaria a principios del siglo pasado. En poco más de dos décadas se pasa de 8 vapores y 117 embarcaciones menores en 1888 , a los 98 vapores y 1.012 embarcaciones menores en 1910. En 1920, el censo era de 300 vapores y 4.000 embarcaciones menores.

Pero las obras que realmente configuraron O Berbés con el aspecto que tiene en la actualidad comenzaron en 1925, abordándose las soluciones definitivas un año más tarde. Entre este año y el siguiente, se realizó un nuevo muro de ribera, ganándose mucho terreno al mar en una longitud de más de doscientos metros.

Una vez rellenado el espacio cerrado entre el nuevo muro y la costa, quedó una amplia vía para la circulación y más de 4.500 metros cuadrados de superficie para depósitos de carbón para el abastecimiento de la flota pesquera. En esa zona se habilitó años más tarde una pequeña alameda que separaba el frente de las casas de la avenida de Beiramar. El último cambio fue el vinculado al proyecto Abrir Vigo al Mar.

Barcos en la playa y descarga del pescado a mano

El paso del tiempo fue llevando a una especialización natural en el tráfico del puerto lo que supuso que la ensenada de la Ribera del Berbés fue utilizada por las embarcaciones de pesca mientras que las del Arenal era utilizada por los barcos mercantes.

El hasta hace poco director de la Autoridad Portuaria de Vigo, Luis Lara, señala en un libro sobre el Berbés que a pesar del gran desarrollo que alcanza la actividad pesquera en torno a 1880, no existe ninguna obra de infraestructura que facilite las operaciones que la pesca requiere. Las descargas de pescado se siguen realizando como en la Edad Media, varando las embarcaciones de vela en la playa y descargando a mano la pesca capturada.

Las gentes del mundo de la pesca demandaban, cada vez con más fuerza, la urgente construcción de obras de infraestructura en el puerto pesquero, sin entender cómo se había llegado a tal abandono a pesar de los diezmos, primicias, impuestos y tributos con que se había gravado la pesca durante siglos.