Más del 90% de la mortalidad del Octopus vulgaris se produce en dos momentos críticos de su fase temprana, durante la eclosión de los huevos y mientras las larvas viven en la columna de agua, entre el plancton y al alcance de numerosos depredadores. Expertos del Instituto de Investigaciones Marinas-CSIC llevan más de una década analizando la influencia de las condiciones climáticas en la supervivencia del pulpo de la Ría de Vigo, el único lugar del mundo donde sus larvas son estudiadas en plena naturaleza, para poder desarrollar modelos de predicción que faciliten la supervivencia del stock. Su último y pionero logro ha sido determinar la dieta alimenticia de la especie en esta etapa inicial en la que apenas alcanza los dos milímetros de tamaño y, gracias a un nuevo proyecto que desarrollarán hasta finales de 2014 con financiación del Ministerio de Economía, confían en definir los movimientos de las larvas en la columna de agua.

"Hasta ahora podíamos inducir lo que comían por las especies acompañantes que obteníamos en los muestreos, pero ahora hemos identificado por primera vez en el mundo y gracias a estudios moleculares de cuáles de ellas se alimentan. Ha sido un proceso largo y muy laborioso", destaca Ángel González, responsable del grupo de investigación Ecobiomar del IIM. La técnica para determinar la dieta constituye la tesis doctoral de Álvaro Roura, que la leerá en unos meses.

Las investigaciones revelan que las larvas se alimentan de más de quince especies de peces y pequeños crustáceos. "Y nos sorprendió que no son oportunistas, sino bastantes especialistas, es decir, no comen solo lo que se encuentra más próximo a ellas sino que también buscan determinadas presas. De hecho, comen unas larvas de peces que representan menos de un 2% del zooplancton", revela González.

El estudio de las larvas, que engloba a un grupo multidisciplinar integrado por oceanógrafos, biólogos y ecólogos, se desarrolla a partir de campañas realizadas siempre en el caladero de Cíes y a bordo del buque Mytilus del IIM. Desde 2010, los investigadores cuentan con una red multimanga, un aparejo que les permite obtener muestras diferenciadas a distintas profundidades: "Ahora sabemos dónde estaban exactamente las larvas recogidas y así podremos determinar su comportamiento, si están agrupadas en un estrato de agua o si migran. Conoceremos sus movimientos verticales y horizontales".

La eclosión más fuerte de los huevos se produce desde finales de verano hasta octubre, de ahí que los expertos del IIM lleven varios meses realizando muestreos diurnos y nocturnos. Los últimos tuvieron lugar la semana pasada y todavía tienen previstas otras tres salidas. Las larvas se recogen en una zona de la cara interna de Cíes, entre los 35 y los 40 metros de profundidad, y en otras tres de la parte externa a 50, 70 y 110 metros.

Los datos biológicos de las larvas se combinan con datos oceanográficos sobre temperatura, salinidad o nutrientes, entre otros, para realizar modelos de predicción: "La gran riqueza de las Rías Baixas se debe al afloramiento, que introduce aguas frías con abundantes nutrientes a disposición del fitoplancton. Cuando se dan estas circunstancias se presupone que la abundancia de pulpo será mayor".

En 2008 ya elaboraron un modelo que tenía en cuenta los vientos, responsables del afloramiento, en los momentos más críticos de la vida de las larvas y ahora pretenden hacerlo más preciso. "El objetivo final es conocer y mejorar el estado de un recurso tan importante en beneficio del stock y de los pescadores. Necesitamos largas series temporales de datos para predecir cuántas capturas se pondrán hacer para garantizar su sostenibilidad dependiendo de las condiciones climáticas y la abundancia de larvas", explica González.

El investigador recuerda que cuando iniciaron esta línea de estudio ni siquiera sabían si sería factible recoger las larvas del pulpo, pero sus campañas están dando lugar a estudios "muy novedosos y punteros". Uno de ellos está relacionado con otro de los "cuellos de botella" que presentaba el ciclo biológico del Octopus vulgaris: la determinación de su edad.

La edad del calamar se estima a partir de los otolitos, piedras calcáreas situadas en los oídos y cuya estructura, a modo de anillos que se van superponiendo, permite conocer el tiempo de vida. Los del pulpo, sin embargo, tienen unas estructuras cristalinas sin periodicidad, de forma que otra integrante de Ecobiomar, Silvia Lourenzo, estudia el uso de los anillos de crecimiento de los estiletes, dos pequeñas espinas cartilaginosas que crecen en el manto pero que en las larvas tienen unas dimensiones de micras, lo que dificulta el proceso.