La crisis moldea hábitos y tumba prejuicios. Antes de que la economía hiciese tiritar los bolsillos del país eran minoría los clientes que pedían en un restaurante un "tupper" para llevarse las sobras de su plato a casa. Hoy esa demanda no solo empieza a ser usual en los establecimientos de la ciudad, sino que restaurantes y bares lo han convertido en un servicio acostumbrado. En algunos establecimientos se giran las tornas y son los propios camareros quienes plantean la posibilidad al comensal. "Lo que se busca es sumar servicios para mantener la demanda", razona el presidente de la Federación Provincial de Empresarios de Hostelería -Feprohos- José Magaz. "Es como la práctica de invitar al café, queremos ganar atractivo en la medida de lo posible". El objetivo: acumular armas con las que combatir un escenario que ayer mismo empeoró con la subida del IVA. "La gente pierde poder adquisitivo y cuando eso ocurre siempre recorta en el ocio", sentencia Magaz antes de avanzar que "la mayoría" de los negocios esperarán a enero para actualizar sus tarifas.

La pizzería Chicote es claro ejemplo del cambio de tendencia. Isaac Mosquera, uno de sus cocineros, constata que "cada vez se demanda más" el "tupper". Aunque el local -como muchos en Vigo- ofrece desde hace años esa posibilidad, "la crisis" y la publicidad -una marca de cerveza puso hace meses en manos del jugador de baloncesto Pau Gasol una caja "No lo tires"- la han convertido en algo frecuente. A modo de prueba enseña los recipientes de aluminio que almacenan en la cocina. "Cuando ves que el cliente pide mucha comida o va a dejar parte en el plato le informas de que existe esa alternativa", abunda Mosquera. Su experiencia en otros países le permite asegurar que Vigo se acerca así a los fogones de EE UU o estados del resto de Europa, donde "el uso del container es práctica habitual".

Javier Alfonso, de la Jamonería Compostela, corrobora el repunte de la demanda. "Ocurre y mucho" -concreta- "antes era algo ocasional pero, sobre todo a lo largo de este año, hemos notado más peticiones". El éxito de los "tuppers" depende sin embargo del tipo de comida y el establecimiento. Daniel Fandiño, de Rías Baixas, anota que, a pesar de ofrecer esa alternativa, son pocos quienes se aprovechan de ella. "El marisco es una comida especial. Para adaptarnos al cliente nosotros ofrecemos la posibilidad de anular un plato ya pedido sin problemas si éste considera que es demasiado". Algo similar constatan en Casa Saíllo, donde el "tupper" triunfa sobre todo entre opciones contundentes, como los chuletones. Establecimientos como La trastienda del cuatro desechan esa opción y la relegan solo a casos excepcionales.

Una opción "razonable"

La mayor barrera que se encuentra el "tupper" no está sobre el mantel. Suso Saíllo asegura que, a pesar de la lógica que impone la crisis, muchos clientes todavía relacionan pedir que le empaqueten lo que sobra de su plato con "llevarse los restos". "Yo veo la práctica como algo razonable y natural, pero la verdad es que solo lo piden aquellos que vienen en familia. Entre las parejas o en las comidas de negocios sigue persistiendo el prejuicio". Magaz va un paso más allá y reconoce que hay comensales que "pueden sentirse ofendidos" si se les habla del "tupper". Ese matiz lleva a algunos profesionales, como a Iván del Río, encargado de El Gallinero, a tachar la moda de "falta de educación". "Es una práctica importada que tumba nuestra cultura de bar. Cuando una persona acude a un restaurante es para darse un homenaje y recibir un servicio de calidad, no con ese objetivo", sentencia.

Badalona estudia una campaña para implantar la medida entre sus negocios

La tendencia de los restaurantes olívicos no constituye un caso aislado. Tras constatar el éxito que cosecha la filosofía en algunos restaurantes de la ciudad, la entidad de comerciantes Center Comerç de Badalona ha planteado en las últimas semanas una campaña para extender la medida a los bares del municipio catalán. En concreto la iniciativa parte de un bar-restaurant que, bajo el lema "Cambia el chip", propone desde hace medio año a sus clientes que se lleven la comida o bebida sobrante a casa en paquetes especiales.

La experiencia, como explicaba el propietario del negocio, Felipe Rosés, a La Vanguardia en los últimos días, ha resultado todo un éxito. "Muchos de nuestros clientes vienen atraídos por esta iniciativa y una vez la prueban repiten y se la comentan a otras personas", lanza el restaurador. El objetivo, resume, es "que el cliente pueda disfrutar al 100% por una comida que paga". El nombre de la campaña, "Cambia el chip", responde a la necesidad de romper con "la vergüenza" que sienten aún muchos comensales a la hora de pedir los restos de su plato o botella.

Los orígenes de la iniciativa más allá de Badalona. Guardar parte del menú para llevárselo a casa es práctica habitual en países del resto de Europa o incluso en Estados Unidos. Precisamente la responsabilidad social que suscita y su pertinencia en época de crisis inspiró hace poco una campaña publicitaria de una conocida marca de cerveza. En ella se podía ver al deportista Pau Gasol pedir al camarero una caja "No lo tiro" para guardar parte de su plato en un restaurante.