Los agentes de la Policía Nacional de Vigo Manuel y Fran patrullan su zona, por las inmediaciones de la Plaza de América, la madrugada del pasado martes, cuando a la 1.45 horas reciben un aviso de un posible incendio en un inmueble de la calle Padre Seixas.

Son los primeros en llegar al lugar, antes que los Bomberos. "Vimos un humo muy denso saliendo de la ventana del primer piso del edificio -en el número 18 de la citada calle- y un vecino que estaba en el portal nos explicó que el hombre que vivía en ese piso tenía problemas de audición y que estaba dentro de la vivienda", explican ambos agentes, de poco más de treinta años.

Al llegar a la vivienda, la densa humareda que salía por debajo de la puerta indicaba que las llamas se habían originado hacía ya tiempo y que la persona que estaba dentro podría encontrarse al borde de la muerte. "Tras llamar varias veces a la puerta decidimos entrar derribando la puerta; en principio queríamos ver el incendio y localizar el foco".

Los agentes, que carecían de equipo de respiración, entraron y salieron varias veces de la vivienda poniendo en riesgo su vida. "No podíamos ver nada ni respirar, pero oíamos quejidos de alguien asfixiándose". Ese sonido, que se entremezclaba con el ruido de las llamas, la caída de azulejos de la cocina y gritos de los vecinos, les sirvió de para localizar a la víctima.

Una vez apagada la llama con un extintor, se valieron de unas toallas prestadas por una vecina y, agachados por el suelo, palpando, dieron con el hombre, un sexagenario que yacía inconsciente. "Lo arrastramos fuera, lo pusimos en posición lateral para limpiar las vías y le tomamos el pulso. Al salir, ellos mismos sufriron intoxicación por inhalación. "No pensamos en que poníamos en riesgo nuestra vida, sino en que una persona podía morir en minutos".