La historia de la ingeniería naval y, en concreto, la del desarrollo del submarino, debe uno de sus capítulos a Antonio Sanjurjo Badía, el inventor vigués que diseñó y fabricó en 1898 la bautizada como boya-lanzatorpedos para defender la ría en caso de ataque americano tras la guerra de Cuba. Sanjurjo (Sada 1837€Vigo 1932) unió ingenio, patriotismo, valor y pericia para construir y probar su invento, pero el fundador de la fundición "La Industriosa" fue también conocido por llevar el agua al lazareto de San Simón, crear la primera máquina y caldera de vapor de Galicia o una línea de autobuses de vapor Vigo-A Coruña.

El citado submarino permaneció durante más de cien años celosamente conservado en la empresa familiar, hasta que los descendientes lo prestaron hace varios años al Museo do Mar, donde está expuesto. La novedad es que, con la pieza como principal reclamo, esta tarde se inaugura una exposición permanente bajo el nombre "De Profundis" que revalorizará el invento y la vida del industrial.

El 12 de agosto de 1898, FARO daba cuenta en su primera página de las pruebas de mar realizadas el día anterior "de un aparato submarino a cuyo estudio y construcción, se había dedicado el fabricante de esta ciudad D. Antonio Sanjurjo".

La historia del aparato "es muy sencilla. Fue ni más ni menos que una idea patriótica surgida en la mente de este modesto cuanto laborioso industrial al hablarse de la visita bélica que nos pensaban hacer los buques yankees. La idea de contribuir con un elemento más a la defensa de nuestra ciudad que se hallaba completamente indefensa al declararse la guerra".

Consideraba FARO que "la proverbial actividad del Sr. Sanjurjo púsose una vez más a prueba y en dos meses quedó estudiada y hecha la obra. "El aparato fue lanzado uno de los pasados días al agua y tras algunos experimentos parciales se fijó el día de ayer para las pruebas oficiales". Éstas se verificaron "en el pozo del puerto. A las cinco de la tarde se embarcaba en la boya-lanzatorpedos el señor Sanjurjo con los operarios de su fábrica que habían de acompañarle y auxiliarle en los trabajos que iba a realizar".

Sumergible

Las pruebas de inmersión "se hicieron sin amarras El aparato permaneció sumergido por la mañana hora y media y por la tarde 45 minutos Durante este tiempo, la marcha fue de 2 millas por hora aproximadamente. La inmersión en caso necesario, puede prolongarse hasta cinco horas".

El aparato era y es "un cuerpo cilíndrico con dos brazos que sirven de acumuladores para el aire. Una bomba, colocada en el interior de la boya, suministra luego a los encargados de manejar ésta. El motor lo constituyen una combinación de palancas movidas a mano. Desplaza todo el aparato ocho metros cúbicos. Adheridos al mismo van dos tubos lanzatorpedos de trece metros de longitud."

Continuaba la crónica señalando que "las pruebas practicadas ayer dieron, como ya hemos dicho, un excelente resultado". El aparato se sumergió a diversas profundidades, "la mayor de 20 metros, estacionándose en todas ellas a voluntad y navegando en la dirección que el inventor deseaba". Las pruebas de fuego "parece que no se realizarán por ahora, toda vez que la marcha de las negociaciones para la paz parece no hacerlas de necesidad inmediata". Y para completar la información se destacaba "un detalle interesante. El Sr. Sanjurjo ha contribuido a la suscripción nacional con una cantidad muy importante, ha invertido en su boya lanzatorpedos, construida con el objeto patriótico que dejamos mencionado, unas 16.000 pesetas".

Sólo un día después de que se efectuara la prueba de mar, el 12 de agosto de 1898, España firma con Estados Unidos en París el armisticio. La noticia se conoció en Vigo un día después.

Al singular artefacto ahora le acompañan más piezas empleadas en su construcción y botadura y diversos paneles que narran la vida y obra del indiano conocido como "el habilidades". "Se trata de dignificar la pieza y la figura de Sanjurjo, un hombre adelantado a su época", resume su directora, Marta Lucio. Esta incide en que la exposición "no ha costado ni un duro" porque han rescatado las piezas del depósito.

Esta nuevo espacio permanente se ha podido llevar a cabo gracias a Manuel Sanjurjo, bisnieto y auténtico custodio de la obra y figura del inventor €el dirige la empresa€. Su devoción por el submarino se plasma en sus palabras, "se lo presté al Museo do Mar con la cláusula de poder recuperarlo cuando lo desee". No en vano, Manuel consiguió que el ingeniero naval Iñigo Echenique reprodujese hace cinco años los planos del aparato €un incendio en 1942 en la nave calcinó prácticamente toda la documentación€. Junto a un pariente, en 1998, lo puso a punto para sumergirse en él en el centenario de su botadura, "pero este familiar murió inesperadamente y no me quedaron ánimos".

Su abuelo era testigo de la amistad del inventor con Julio Verne tras haberle reparado el yate Saint Michuelle III en su estancia en Vigo. Allí, en una gran pileta de cristal en los talleres del empresario, el escritor vio el prototipo de minisubmarino que estaba diseñando y en el que después basó su Nautilus. La correspondencia entre ambos se quemó en el incendio, pero el abuelo de Antonio siempre comentaba su comida en París con Verne. "Mandó a todos sus hijos a estudiar a diferentes países de Europa, viajaron juntos hasta París, donde les recogió Verne en un carruaje para comer y le entregaron una carta de su padre, al día siguiente cada uno emprendió su viaje: a Bélgica, Inglaterra, Alemania y Francia". El propio Isaac Peral €inventor del submarino€ reconoció el logro de Sanjurjo.