Diecisiete violinistas participan en el primer concurso de violín Cidade de Vigo, cuyo jurado preside el director y pianista gallego Maximino Zumalave. Defensor de la cantera de nuestra comunidad, no duda en reclamar una orquesta profesional para la ciudad que garantice su futuro y satisfaga la demanda del público vigués.

–¿Qué opinión le merece este concurso de jóvenes talentos?, ¿son necesarios en Galicia?

–Me gustó mucho porque es muy importante que estudiantes tan jóvenes tengan la ocasión de tocar ante un público. Y también es destacable que alumnos de diferentes edades y ciudades, así como profesores y padres se encuentren y tengan una idea más global de lo que pasa en música en toda Galicia. Otra cuestión que me agrada es el enorme entusiasmo de los miembros de la Asociación Galega de Corda, es algo maravilloso.

–¿Es un síntoma de la falta de apoyo institucional que un grupo de aficionados creen una asociación para impulsar el certamen?

–La música está apoyada en determinados ámbitos profesionales, especialmente en A Coruña y Santiago, que son residencia de dos orquestas. Pero ambas deberían ir con muchísima más frecuencia a todos los auditorios de Galicia. Es una obligación llevar a todos la música que está apoyada institucionalmente. El concurso es una iniciativa de personas aficionadas que han visto unas carencias y que quieren apoyar y orientar a los jóvenes. Es algo que me da esperanza. En todos los aspectos culturales, la iniciativa del público siempre es de aplaudir.

–¿Ayudan estos concursos a generar público en Galicia?

–Ya está ahí, aunque a veces la gente no puede asistir a las actividades porque están lejos, así lo reflejan los estudios. En Vigo hay respuesta. Al Teatro García Barbón siempre acude un público numeroso y entusiasta.

–¿Es posible labrarse una carrera profesional en la comunidad?

–Hoy está bien resuelto con los conservatorios y escuelas que hay en todas las ciudades y villas. Este tipo de concursos son interesantes porque un niño de Vigo puede saber cómo toca otro de A Coruña, así se forman amistades y luego pueden comentar qué metas les ponen sus profesores, dónde estudiarán en el futuro... Los niños a algunas edades tocan sin miedo escénico y es importante que empiecen a hacerlo delante de otras personas como un juego, porque para ser profesionales deberán pasar exámenes muy duros ante tribunales.

–Usted defiende que Vigo tenga su propia orquesta.

–Sí, pero predico en el desierto. (risas) Es la mayor ciudad de Galicia y tiene su propia historia musical, se merece una orquesta profesional porque público tiene. Además también se necesitan salidas profesionales para los músicos que se forman. El nivel es cada vez más alto y en la Filharmonía de Galicia hay muy pocas plazas. En época de crisis esto no se entiende muy bien pero los seres humanos necesitan cultura, arte y música. No son un lujo prescindible, deben formar parte de nuestra calidad de vida.

–¿Galicia puede presumir de cantera?

–Cada vez veo más talento. He escuchado a jóvenes en otros concursos y asitido a los exámenes de ingreso en la Escola de Altos Estudios Musicais de Galicia y en los últimos 10 o 12 años el nivel es cada vez más alto. Me gusta estar en contacto con músicos jóvenes y veo sus inquietudes y cómo se buscan la vida. Su nivel y esas actitudes me llenan de esperanza. Por eso hay que plantearse qué hacemos con ellos y si los estamos formando para la exportación.

–¿Existe riesgo de que a la fuga de cerebros se sume la de los músicos?

–Cuando se crearon las dos orquestas profesionales vinieron muchísimos músicos de fuera de España. Muchos de ellos son ahora profesores de estos jóvenes. Pero sería tremendo pasar de importar músicos hace 20 años a tener que exportarlos. La movilidad es buena pero debemos también pensar en si los necesitamos.