Activista social, destacado atleta veterano y actor aficionado. Son algunas de las facetas que desarrolló Enrique Landesa a lo largo de su vida. Nacido en Teis el 10 de marzo de 1942 y fallecido a consecuencia de una leucemia en octubre de 2011, su familia recogerá el galardón de Vigués Distinguido en reconocimiento a toda una existencia dedicada a los demás.

Soldador en el astillero Hermanos J. Barreras desde principios de los 70 hasta su prejubilación a los 55 años, en 1973 se trasladó desde Teis a Coia junto a su mujer, dos hijos y su madre. Fue en ese momento cuando empezó a implicarse en el movimiento vecinal del barrio, una tarea que continuó sin descanso hasta su muerte, según recuerda su hijo Enrique. "Lo suyo fue un compromiso compartido, una lucha coral, siempre entre iguales, siempre con los vecinos y vecinas, con la gente", añade. "Fue un activista social, un defensor de la gente, de sus derechos, de las cosas pequeñas pero importantes que normalmente no son noticia", agrega. "El fue uno más de los que lucharon y luchan en esa guerra silenciosa; uno más sí, pero distinto", sentencia.

Su activismo se concretó en la defensa de los derechos de los vecinos de Coia, centrado especialmente en la parroquia del Cristo de la Victoria. De esta manera, Enrique Landesa luchó desde 1973 por mejorar un barrio que, por aquel entonces, carecía de las mínimas infraestructuras urbanas y sociales.

El Parque da Bouza fue uno de sus primeros caballos de batalla. Batalló lo indecible por conseguir que este espacio verde se mantuviera para el disfrute de los vecino y no se cediera a la especulación urbanística. Más de veinte años de resistencia en el marco del Movemento Cidadán da Parroquia do Cristo da Victoria, Landesa consiguió, junto a otros muchos vecinos, que el lema de la reivindicación social "A Bouza é nosa" se transformase, tras el éxito de la lucha, en "A Bouza xa é nosa". Una victoria que se recuerda a principios de verano con una romería a la que Enrique no faltaba.

Pero su activismo no se ceñía únicamente a las reivindicaciones de tipo social. El ámbito cultural ocupó también buena parte de su tiempo. Su hijo Enrique relata que trabajó mucho en este campo en su faceta como presidente o desde cualquiera de los otros cargos que desempeñó en el Centro Cultural Artístico e Recreativo Rueiro, también del barrio de Coia.

Desde este colectivo, impulsó actividades culturales especialmente vinculadas a las tradiciones gallegas. De esta manera, fomentó y organizó todo tipo de festivales, conciertos, encuentros teatrales y romerías. Siempre, recuerda su hijo, sin olvidar su faceta de actor aficionado que era "con una de las que más gozaba". Y lo consiguió con la compañía de "otros pocos pioneros y locos entregados a la causa" que, con recursos limitados pero "con todo el entusiasmo del mundo", consiguieron finalmente dinamizar la vida del barrio.

Pero nunca olvidó las reivindicaciones de infraestructuras, tan necesarias para Coia. Así, en los últimos años uno de sus objetivos prioritarios fue que se hiciera realidad la "tan prometida y comprometida" construcción del centro cultural para el barrio en terrenos de A Bouza. Para ello, luchó incansablemente, como en él era habitual, por conseguir que el Concello aprobara la rehabilitación del edificio del Colegio Alemán.

De esta manera, todas las corporaciones municipales que rigieron los destinos de la ciudad durante los últimos veinte años tuvieron que escuchar a este perseverante luchador, quien les exigía una y otra vez la apertura de una dotación que consideraba como imprescindible para el barrio. "La construcción del centro, que sigue sin poder ser, sería el mejor homenaje póstumo que esta ciudad puede ofrecerle", asegura su hijo.

Y no se puede olvidar su faceta como atleta veterano que le llevó a convertirse en un "auténtico campeón" a partir de su prejubilación. En menos de un año dominó varias distancias, desde la media maratón (ganó en varias ocasiones la Vig-Bay), el campo a través (dos veces subcampeón de España), hasta pruebas en pista de fondo y medio fondo. Infatigable y disciplinado en el entrenamiento, siempre iba acompañado por sus inseparables Veteranos de Samil. Solo la enfermedad pudo con él, pero queda su legado.