Es abierta, cordial, segura en sus palabras e ideas. Gely Terrazo, esposa del presidente del Celta, Carlos Mouriño, se muestra muy activa y con mando en plaza (en la plaza que ocupe). Divide su tiempo entre Vigo y México, y dedica buena parte de sus esfuerzos a preservar el legado político de su hijo Juan Camilo, número dos del gobierno de Felipe Calderón y ministro del Interior fallecido en un trágico accidente aéreo en 2008. Gely habla de su familia, su carácter (luchador) y cómo no, del Celta, al que su marido, "un celtista furibundo" según lo define, tiene entre ceja y ceja devolver a Primera.

–Parece que le gusta a usted mantenerse, al menos en Vigo, en un discreto segundo plano ¿Es así en México?...

–En primer plano siempre están mi marido y mis hijos, pero yo siempre apoyo todo lo que ellos hagan. Si ellos se meten en cualquier cosa, incluso alguna que me parezca una aventura, ahí estoy yo. Una vez que se decida entrar, entramos con todas las consecuencia y yo estoy para apoyarlas.

–¿Cómo es esta familia? ¿Como un puño?

–Sí lo somos. Normalmente dicen que la madre es la que une pero en este caso es mi marido quien lo hace. Aunque dicen que yo soy de carácter más fuerte, la que mando, no es cierto... Él es de pocas palabras, pero todos lo seguimos. Lo admiramos, y eso marca un camino.

–Me parece que está usted reduciendo su papel real...

–No, lo que pasa es que yo toda la vida he sido muy inquieta, no se me da quedar en casa y entonces siempre tengo proyectos. Por ejemplo, desde muy joven me gusta la política y recuerdo que cuando mis hijos eran muy pequeños mientras dormían me iba a pegar pancartas por la calle en tiempos de Franco. Y siempre he tenido algún proyecto social.

–Bueno, en un rico eso suena a obra de caridad....

–La interpretación es muy suya y allá lo que quiera hacer con ella. Mire, yo siempre me he planteado si no es por accidente que yo esté de este lado y quien pide del otro. ¿Quién soy yo para estar de un lado y ellos del otro?, ¿qué méritos hice para haber nacido en determinadas condiciones?

–Los privilegios del azar...

–Pues sí, soy una privilegiada que no se lo merece aunque sí mis padres, que se lo han peleado desde la nada. El caso es que yo tengo una obligación moral con quien no tiene. Por eso siempre estuve metida en temas de ayuda directa, porque es muy fácil si tienes dinero dar todos los meses y que alguien lo gestione.

–En la prensa mexicana se habla de Villa Gely, por usted. "La siempre poderosa casa grande de Villa Gely".

–(Risas) Le explicaré. Villa Gely es una finca muy grande que teníamos a diez minutos de nuestra residencia de Campeche, a una distancia como Sayanes de Vigo centro. Era nada más que un lugar para ir de vez en cuando en el que al paso de los años fuimos construyendo, introduciendo caballos mexicanos... Hasta que mi hijo Carlos quedó prendado en uno de sus viajes a España del caballo español; entonces decidimos llevar esta raza a México y ahora somos criadores allá de esta raza, de la que tenemos un centenar, con lo que ganamos primeros puestos e incluso a los de españoles como los Domecq...

-Y en qué vuelca usted su hormiguillo?

–Trabajo 14 horas diarias cuando estoy en México. En los caballos, en la política porque me encanta y porque me dejó una herencia política mi hijo que tengo obligación de preservarla. Y en una parte social, una fundación que lleva el nombre de mi hijo fallecido, Juan Camilo Mouriño.

-¿Cómo lleva que la oposición les acuse de corrupción?

- Mire, esa es una sospecha que sufren todos los que destacan económicamente. La política nos ha costado, igual que el Celta, dinero. Para hacer dinero lo buscamos con los negocios tradicionales.

–Cuando su marido quiso optar a la presidencia del Celta, hace años... ¿se echó las manos a la cabeza?

–Yo pregunté para qué meternos en líos con lo tranquilos que vivimos pero yo sabía que es lo que quería Carlos, un celtista furibundo. Hasta a sus empleados les ponía la camiseta para ver los partidos por la parabólica. Cuando llegamos a Vigo y quiso optar a la presidencia yo le dije que no pero insistió y se le apoyó por mayoría. Así tomamos las decisiones aunque, cuando nadie está de acuerdo con mi esposo, se hace lo que él dice (risas). Él tiene la habilidad de darle la vuelta para convencernos.

–¿Y no se siente fracasado con los resultados?

–Mi marido puede tardar, pero a la larga triunfará. Cuando bajamos a 2ª y nos insultaban en el campo él me dijo "tranquila". Ahora ya no lo hacen porque solo unos desinformados pueden pensar que viene a esto a hacer negocio. ¿Rentable? Me río yo de lo rentable que le es el Celta. Mi marido venderá el Celta, si lo vende, si estuviera en 1ª División y completamente saneadas las finanzas. Su amor propio se lo pide. A no ser que haya hechos que le fuercen a otra cosa.

–No me resisto a preguntarle cómo conoció usted al presidente del Celta.

–En el año 64, en Vigo. Mis padres nos trajeron a mi hermana y a mí a estudiar a las Teresianas de Vigo. Aquí conocí a Carlos, nos casamos en 1969, ese año lo destinaron a Madrid. En 1979 volvimos a México por la enfermedad de mi padre.

–¿Se exagera la delincuencia en México?

– No es un invento. Una gran parte de las matanzas tienen lugar entre los mismos narcotraficantes aunque duele más la gente civil que cae. Pero si el presidente Calderón no hubiese tomado la decisión de luchar, si hubiera mirado hacia un lado como hicieron otros, quizás estaríamos ya gobernados por el narcotráfico. Cuando entró había 34 grandes capos de la mafia; ahora quedan 13.

–Su hijo tenía una idea clara y planes en la lucha contra el narcotráfico...

–Tomar las decisiones que tomó le costó mucho, le resultó muy caro pero no se puede dar marcha atrás. Una vez que se coge impulso y se da el paso hay que ir para adelante y cueste lo que cueste acabar con eso. Pero dejemos a mi hijo en paz que ya no nos lo va a devolver nadie. Me quedan tres nietos de él y debe quedar claro el patrimonio de su padre, y que dio su vida por algo importante.

-¿Cuál es el proyecto que dejó su hijo?

–Está muy claro en la trayectoria de Calderón. La lucha contra el narco, cueste lo que cueste aunque suene muy duro por las vidas que se está llevando y políticamente incorrecto. No hay otro modo de dejar un mundo mejor. A Calderón le hubiera resultado fácil mirar hacia otro lado seis años de presidente, le hubieran aplaudido por todas partes. Y qué dura, qué difícil es la lucha. Yo pienso que esa era la idea de Calderón y de mi hijo.

-¿Y cree que las cosas van a cambiar?

–Si gana el PRI, y creo que va a ganar, creo que no, que todo va a volver a donde estaba. La gente, ante tanta matanza, a lo mejor piensa que es mejor que gane el PRI y que todo se tranquilice. Pero se pierde pronto la memoria y a lo mejor no recuerda todo lo que se vivió con el PRI, tanto de corrupción como de falta de libertad de expresión.

–Usted ha entrado en Facebook defendiendo la memoria de su hijo... ¿Le conviene mezclarse con quienes insultan desde el anonimato ?

–Es un riesgo pero una ayuda. Tengo casi 4.000 seguidores para las noticias de la Fundación. En política, igual, apoyando al candidato Ernesto Cordero, del PAN, a la Presidencia. También utilizo Twitter y hasta Tuenti (risas). Tengo un bagaje político que vale mucho, mi hijo. Yo estaría muy cómoda sin hacer nada, no quiero nada de la política. Pero qué egoísta sería si no ayudara a nadie. ¿A quién le hubiera dado el voto mi hijo? A Cordero. Lo hago en su memoria. Si me quedo en casa tranquila me quitaría muchos quebraderos de cabeza pero sería, ya le digo, una egoísta.

–¿Cambió mucho su vida como madre su fallecimiento?

–¿Y a qué madre no? Estuve dos años muy mal, parecía un zombi, pero luego me entraron muchas agallas para empezar de nuevo. Lo malo es que mi nieto murió este año y todo volvió. No sabe usted cómo me ayudaron moralmente mis amigas viguesas.

-Pero es usted mujer que gusta de mirar hacia adelante...

–Por supuesto, nunca hacia atrás, sino solo recordar para aprender de ello. Por ejemplo, no soporto a la gente que se queja de sus traumas del pasado, y por ellos justifica lo que malhace en el presente. Si escarbamos, todos hallaremos algo. Hay que ver siempre hacia adelante.

-Además de mujer combativa es usted dura de roer...

–No, soy blanda aunque en este momento ya no tanto. Resisto la adversidad por todos los golpes que me ha dado la vida. Siempre pienso que lo peor ya me ha pasado, que no me puede pasar nada peor.