Aunque no hay ninguna información por parte de Novacaixagalicia al efecto, todo hace pensar que este año de tantos cambios y sorpresas en la institución traerá otra más de índole afectiva y simbólica: por vez primera desde 1964 no se ofrecerá al público ese Belén sito en el hall de sus oficinas centrales por el que cada Navidad desfilaban decenas de miles de personas en sus 40 días de exposicion.

¿Quién con memoria de esta ciudad no recuerda el nacimiento de aquel Belén al que fueron de niños vigueses que hoy empiezan a peinar canas? El "Nacimiento" de la antigua Caixanova, con o sin ánimo navideño, forma parte del paisaje sentimental de esas fechas para incontables vigueses desde que en 1964 esta entidad le encargó su diseño a uno de sus empleados, Manuel Prieto Villar, padre del actor Manuel "Manquiña". "Mi padre –nos contaba ayer Manquiña– era persona sumamente habilidosa, de ingenioso espíritu artesanal, y en el bajo de mi casa empezó a cambiar el concepto de Belén tradicional, dotándolo de animación y ayudado en la pintura de ambientes por mi tío Pepe, acuarelista. Tardaba casi un mes en hacerlo".

El Belén tuvo una historia preñada de anécdotas. En los 70 pasó de manos de Prieto a otro responsable y fue en 1999, en que ya formaba parte del paisaje navideño vigués, cuando tras conocer responsables de Caixanova el que habían montado en el comercio Arte Sacro María Auxiliadora y admirarse por su magnitud, se lo encargaron a Alberto Salas, propietario del mismo.

Desde 2000 hubo un cambio total respecto al concepto anterior. Si antes había muy buenas figuras pero de tamaño desproporcionado entre ellas y de hasta 40 centímetros, a partir de ese año se utilizaron solo piezas entre 14 y 8 cms. para conseguir perspectiva en los 25 metros cuadrados de superficie disponible. Cada año era diferente, y con un éxito de público creciente que llegó a esperar dando la vuelta en fila india al edificio Caixanova. De las 100 figuras que había en la etapa anterior se pasó a las 150, además de 100 animales y 20 piezas móviles.

Difícil imaginar la minuciosidad artesanal que exigía para "inventar" cada año paisajes y piezas diferentes, dotar a algunas de movimiento, hacer circular 800 litros de agua... Tres personas trabajaban durante tres meses en tal tarea diseñando un "Nacimiento" que luego se transportaba en varios remolques a la sede de la institución.

Salas se encargó entre 2000 y 2007 de aquella paciente arquitectura, en 2008 por desacuerdo económico con la entidad ésta lo hizo por su propia cuenta con tan dudosos resultados que en 2009 y 2010 se le volvió a encargar el mismo. Y cada año, estaba en el espíritu de este Belén introducir alegorías a hechos destacados del mismo, a veces tan disimuladas que se convertían en objeto de búsqueda. Por ejemplo, a un Julio Gayoso, director general, ofreciéndole una copa a los Reyes Magos; o un Bin Laden escondido el año de las Torres Gemelas; o una mujer leyendo el Hola en uno de los tejados... travesuras navideñas que se hicieron célebres.

De este año, nada se sabe. ¿Será el de despedida?