Los técnicos del parque nacional Illas Atlánticas rastrean a diario sus huellas y vigilan las trampas instaladas en Cíes para capturar al visón americano, una especie invasora que pone en peligro aves marinas protegidas como el cormorán moñudo y algunos anfibios y reptiles. Liberados durante las sueltas masivas realizadas en los últimos años en protesta por su cría en cautividad, estos pequeños y agresivos carnívoros son también hábiles nadadores capaces de alcanzar las islas. Su presencia en Cíes y Sálvora, aunque controlada, sigue siendo un problema a tener en cuenta para los gestores. Un proyecto elaborado por una estudiante del máster en Gestión del Desarrollo Sostenible de la Universidad de Vigo aboga por crear una zona de protección en el entorno de las islas y establecer un diálogo con administradores, criadores y asociaciones ecologistas para poner coto a la invasión.

"Se puede controlar dentro del parque pero requiere tiempo y muchos recursos económicos y humanos. El problema es que los visones tienen una capacidad de dispersión muy grande y si se produce una suelta podrían llegar de nuevo a las islas. Por eso es necesario actuar de forma global y colaborar con todos los implicados. Habría que crear una zona de protección alrededor del parque para evitar la colonización", explica María García Chico, una cacereña licenciada en Ciencias Ambientales cuyo trabajo ya está en manos de los gestores de Illas Atlánticas.

Entre los meses de abril y julio, la joven realizó sus prácticas de máster en Cíes y conoció de cerca las actividades que se llevan a cabo dentro del plan de control del visón americano que coordina el biólogo de la Universidad de Santiago Rafael Romero desde que se detectó que estos invasores suponían una enorme amenaza para la población de cormorán moñudo, una especie en peligro de extinción.

Las aves marinas constituyen una parte importante de la dieta de los visones, que también tienen en su punto de mira a la gaviota patiamarilla. Sus zonas de cría y las del cormorán suponen la principal preocupación para los técnicos del parque.

María García ha evaluado para su proyecto fin de máster la gestión de este plan de control y ha elaborado guías de comunicación para los responsables de Illas Atlánticas en las que aparecen los contactos de las asociaciones ecologistas y los servicios de la Xunta que estarían implicados en el control del visón. "También quería incluir un mapa de todas las granjas que existen en Galicia, pero no hay datos públicos. Y esta parte también es imprescindible porque no se pretende ir contra ellas ni tampoco contra los ecologistas, que son otra de las partes afectadas. Se trata de colaborar entre todos y tener un contacto más participativo", añade María García.

El objetivo final es generar un debate necesario. La suelta de visones supone una ruina para los granjeros, un desastre para los ecosistemas autóctonos como denuncian los científicos y la gran mayoría de colectivos ecologistas, así como la muerte para una gran cantidad de los ejemplares liberados por atropellos de vehículos o inanición.

"Mi experiencia es que a todo el mundo le impacta la presencia de visones en el parque, pero la gente no acaba de tener una idea correcta de por qué llegan allí. Ven noticias como las de las recientes detenciones en Galicia de varios activistas, pero se quedan ahí. Estamos hablando de especies invasoras que son muy peligrosas, y habría que discutir hasta qué punto merece la pena liberarlos", sostiene. Por ello, la joven también aboga por trasladar el problema a los visitantes y la población local.