De todos los buques de pasaje que atracan en Vigo, el SeaDream I no será ni el de mayor eslora ni el que puede acomodar a más personas, pero está considerado –junto a su gemelo el SeaDream II– el "barco boutique" más lujoso del mundo. Hay varias razones por las que este megayate que visitará Vigo el próximo 11 de agosto ocupa tan exclusivo ranking: la atención personalizada –casi un tripulante por pasajero (en total, 89 para 110)–; la variedad de productos de delicatessen que dispensan a bordo, con gran predominio del caviar; y una marina de deportes náuticos a popa que permite a los adinerados cruceristas darse una vuelta en moto acuática, en kayak o tabla de surf.

Félix González, experto en la materia y editor de la revista viguesa especializada de difusión nacional Cruceros&Destinos, ilustra con esta frase la diferencia entre una travesía en este singular buque y el Independence of the Seas, el más grande de cuantos amarran en la Estación Marítima. "La experiencia de crucero en un SeaDream poco tiene que ver con la que ofrecen las navieras tradicionales. De hecho es más parecido a navegar en el megayate de unos amigos multimillonarios que han invitado a otros amigos del mismo estatus social". Por eso no extraña que entre sus habituales pasajeros se encuentren empresarios del sector petrolífero de Texas, jueces del Tribunal Supremo de Estados Unidos o terratenientes argentinos.

El precio marca la diferencia. La ruta que incluye escala en Vigo –arranca en Burdeos y toca los puertos de St. Jean de Luz, Santander, Oviedo, Cascais y Lisboa– dura una semana y cuesta 3.961 euros por persona en la categoría básica, y hasta 9.230 euros en la más alta. En el Independence of the Seas se puede contratar una travesía en una cabina interior por 900 euros.

"La crisis también ha llegado al sector del lujo", razona González tras asegurar que los precios indicados para un pasaje en el SeaDream I "se han reducido el doble". "A la mayoría de la gente el Independence podría parecerle más atractivo por la cantidad de instalaciones de las que dispone pero el verdadero lujo está en los barcos pequeños donde se sirve champagne del bueno, caviar, los tripulantes te llaman por tu apellido y hasta se acuerdan de tus preferencias en la mesa", añade.

Pese a estos detalles tan exquisitos, la vida a bordo de este megayate sorprende por el ambiente informal. Al contrario de lo que sucede en la mayoría de los cruceros, no se exige esmoquin o vestimentas de fiesta dado que la asistencia a este tipo de eventos ya forma parte de la vida cotidiana de sus pasajeros.