Crítico deportivo, seleccionador nacional en diversas ocasiones y fundador del Colegio de Árbitros de Galicia, Manuel de Castro (1885-1944) lo fue todo en el mundo del deporte durante la primera mitad del siglo pasado y es autor de la frase "por el campo de Coia pasó una ráfaga olímpica", en alusión a un importante partido que habían jugado en Vigo los uruguayos.

Formó parte durante más de treinta años y hasta su fallecimiento en accidente, de la redacción de FARO DE VIGO. Ya en 1909 escribía en la revista Letras y Deporte, la primera que prestó atención al deporte de masas en Vigo, pasando después a FARO y a Vida Deportiva, la revista donde apareció la primera campaña a favor de construir un estadio en Vigo

Manuel de Castro, que popularizó el seudónimo de Handicap, figuró entre los jugadores que iniciaron en Vigo la práctica del fútbol en el campo del Malecón en los primeros años del siglo XX, cuando en expresión suya, había que llevar a hombros los palos del goal, en alusión a las porterías. Fue también y desde joven directivo, pues ejerció de tesorero de Español Foot Ball Club y vicepresidente del Vigo Foot Ball Club.

En 1921 fue nombrado seleccionador nacional y pasa por ser hombre clave en la fusión del Vigo y del Fortuna para la creación del Real Club Celta.

En tres Olimpiadas

Estuvo en las Olimpiadas de Amberes, París y Amsterdam y a las dos primeras dedicó sendos libros. En el caso de la francesa con portada de Federico Ribas.

Su hija Cristina, que cuando falleció su padre tenía nueve años, le recuerda como una persona "muy buena con todos. Era muy callado, porque siempre estaba pensando en sus artículos y sus cosas y en casa tenía un sitio fijo, un sillón que era su preferido. Se quedaba por las noches hasta muy tarde en el comedor escribiendo y fumando".

Con su hermano Manuel, Cristina, a la que cariñosamente llamaban lagartija, acompañaba a su padre los domingos por la mañana en un ritual de ocio que pasaba por una pequeña huerta que tenían en Pi y Margall. Después, paseo por Príncipe con foto incluida en el fotomatón de la calle y por último, antes de ir a comer, tertulia con colegas y amigos en el Gran Hotel. Las tardes de los domingos ya eran para la actividad profesional. Recuerda también que los llevaba a las llegadas de las vueltas ciclistas y en varias ocasiones entregaron los ramos de flores a los campeones de la etapa, entre ellos a Delio Rodríguez.

En 1956 se inauguró junto al campo de Balaídos un monumento a Handicap y también se puso su nombre a la calle que desde la Florida conduce hasta el estadio de Balaídos.

Al dar cuenta de su fallecimiento, "víctima de un luctuoso accidente", FARO señalaba que Manolo de Castro era "uno de los más entusiastas vigueses, querido y admirado por todos que gozaba de gran popularidad en nuestra ciudad, en toda Galicia y en los medios deportivos de España entera, incluso en las más altas esferas de todo el deporte nacional".